Meditación Semanal Esforzados y Valientes

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Cada viernes publicamos nuestra Meditación Semanal Esforzados y Valientes para los estudiantes de ILC. Al meditar en las Escrituras nos preparamos espiritualmente para servir este semana junto con otros hermanos de la Iglesia.

Josué 1:1-9

Después de la muerte de Moisés, el siervo del Señor, habló el Señor con Josué hijo de Nun, que era siervo de Moisés, y le dijo:

«Moisés, que fue mi siervo, ha muerto. De ahora en adelante tú estarás al frente del pueblo. Crucen ahora juntos el Jordán, este pueblo y tú, y vayan a la tierra que voy a darles a los hijos de Israel. Tal y como se lo prometí a Moisés, voy a darles cada lugar donde pongan los pies. Su territorio se extenderá desde el desierto y el Líbano, hasta el gran río Éufrates, y toda la tierra de los hititas, hasta el mar grande, donde se pone el sol. Mientras vivas, nadie podrá hacerte frente, porque yo estaré contigo como antes estuve con Moisés. No te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente, porque tú serás quien reparta a este pueblo, como herencia, la tierra que juré a sus padres que les daría. Pero tienes qué esforzarte y ser muy valiente. Pon mucho cuidado y actúa de acuerdo con las leyes que te dio mi siervo Moisés. Nunca te apartes de ellas, ni a la derecha ni a la izquierda, y así tendrás éxito en todo lo que emprendas. Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien. Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas.»

Es fácil pasar por alto que en aquel tiempo de Josué el pueblo de Dios no tuvo la Palabra de Dios escrita. Olvidamos esto porque estamos acostumbrados a tener la Biblia completa con los 66 libros. Pero en otro tiempo no fue así, antes de la antigüedad sólo recordaban lo que Dios había hecho y dicho mediante transmisión oral, la cual tenían que memorizar. Pero Josué y sus contemporáneos fueron los primeros bendecidos con la Palabra de Dios escrita que Moisés escribió. Cuando la recibieron, también recibieron el mandato de Dios de meditar constantemente en su Palabra escrita.

Por primera vez el pueblo ya no necesitaba más de la buena memoria ajena sino que ellos tendrían la Palabra escrita para leerla, meditarla, estudiarla, memorizarla, vivirla y compartirla tan seguido como pudieran. Si imaginamos el gozo de aquel pueblo, entonces entendemos la razón del porqué no hay necesidad de que se explique con detalle qué significa meditar, porqué debemos hacerlo diariamente dos veces al día, porqué debemos tomar prioridad en la vida y tantos otras consideraciones que surgen al momento de cumplir este mandamiento.

Josué y el pueblo de Israel no cuestionaron este mandato, ni se guiaron por el mínimo esfuerzo cuando se trataba de meditar en todo lo que Dios había hecho y dicho. Al contrario, ellos tomaron ese mandato como la expresión cúspide de su libertad, los líderes y el pueblo tenían acceso a meditar diariamente como Dios lo había mandado.

Reflexionemos un poco más en nuestra actitud frente a nuestra responsabilidad personal para meditar. Preguntémonos por qué la gente cambia su libertad de meditar en la Palabra de Dios por cualquier cosa con tanta facilidad. Las razones que escuchamos son interminables, pero ninguna de ellas justifica descuidar la libertad espiritual que Jesús nos ha concedido al permitirnos abrir las Escrituras, leer y meditar en el amor y la salvación de Dios.

Si hay algo por lo cual debemos poner todo nuestro esfuerzo y ser completamente valientes es precisamente en defender nuestra libertad de meditar en la Palabra de Dios diariamente. No nos referimos a defendernos contra la persecución social o religiosa, sino contra las escusas que ponemos y que sólo demuestran negligencia para atender lo más valioso que tenemos cada día; que es nuestra relación personal con Dios a través de la mediación. Ahí es donde y cuando nos demostramos a nosotros mismos que todo puede esperar, pero jamás nuestra devoción por Dios.

Oremos.. Padre de toda consolación; danos esas fuerzas para ser organizados con nuestras prioridades para no descuidar nuestra meditación diaria en tu Palabra. En Cristo pedimos esto, amén.

Meditemos… ¿Seguiré cambiando mi libertad de meditar en la Palabra de Dios por otros placeres o prioridades? ¿Por qué?

Autoría. Material preparado por Gabriela Tijerina-Pike, PhD originalmente para vidaenel.com (Abril 2015) y adaptado exclusivamente para CLI (Mayo 2018)