Evangelista de Perú Preparándose con Cursos Gratuitos Online
Evangelista de Perú se Prepara con Cursos Gratuitos Online
Compartimos el testimonio del Evangelista de Perú preparándose con Cursos Gratuitos Online en ILC. Nuestro hermano César Peñaloza Márquez es un digno ejemplo a seguir. Agradecemos a Dios la paciencia de su esposa, la sabiduría de su pastor y la oportunidad que ahora ILC tiene para servir a muchos como César que quieren estar preparados para toda buena obra. Leamos este testimonio que nos llena de esperanza.
Yo César, nací y me crié en Lima, Perú. Pero a la edad de 17 años emigré a Venezuela. Durante 40 años viví en diferentes ciudades de Venezuela, y por razones de la fuerte crisis socio-política ahí retorné a Perú siendo ya un hombre de 58 años. Pero antes de continuar contando mi presente, quiero hablar un poco más de mi pasado.
Durante mi niñez y juventud crecí en un hogar disfuncional. De alguna manera eso me orilló a vivir atrapado en el mundo de las drogas durante 30 años. Llevaba una doble vida, con mi familia y trabajo por un lado, y por el otro el submundo de la adicción a las drogas. Por muchos años me resistí a dejarlo. Era una lucha interminable. Una parte de mí quería dejar la adicción, pero la otra parte se resistía. Esa lucha era terrible en mi vida.
Cuando mi esposa ya no pudo aguantarlo más buscó refugio en el Señor Jesús. Durante 2 años asistió a una iglesia cristiana. Ahí le enseñaron el significado del Evangelio. Le enseñaron a orar al Padre mediante el nombre de Jesús. Se preparó y prendió a rogar con compasión por mí, para que yo saliera de oscuridad. Después de un tiempo sucedió que tuve un accidente casi fatal. Al recuperarme mi esposa me pidió que escogiera entre ella y la droga. El ultimátum era que si yo no buscaba ayuda profesional, entonces ella estaba decidida a pedir el divorcio.
Al comenzar a buscar ayuda acudí con el pastor de mi esposa para que me recomendara una institución de enfermos de adición. Pero cuando visité al pastor me quedé conversando con él. Conversamos alrededor de 3 horas. Gracias a que el pastor estaba bien preparado, me condujo a una conversación profunda y honesta. Mientras conversábamos yo pude abrir mi corazón para contarle toda mi vida. Le conté mis penas, dolores, miedos, angustias, sufrimientos, y todas las frustraciones de mi vida que yo tenía bien guardadas y hasta escondidas en mi corazón.
Durante esa conversación lloré mucho. Lloré como nunca antes lo había hecho. La compasión del pastor reflejó el amor de Dios por mí. Eso fue tan poderoso que venció mi resistencia a no querer dejar las drogas. Ahora sé que en ese momento me convertí. Pues dejé de ser un adicto a las drogas para convertirme a ser un creyente del Padre de Jesucristo. Entonces, cuando el pastor me preguntó que si quería aceptar a Cristo Jesús como mi Señor, yo acepté porque además de creer quería seguirlo a él, viviendo como él pedía que viviera: sin drogas y sin adicciones, sin miedo, sin tristeza, sin sufrimiento y sin dolor. Yo sabía que mi Padre Dios quería que yo viviera en su luz y no en la obscuridad. Mi vida cambió de la obscuridad a la luz de un nuevo amanecer. Ese encuentro con Cristo Jesús sucedió cuando tenía 52 años, hace casi 7 años.
Hoy mi presente es diferente, he cambiado mucho. Ahora mi sueño es prepararme en oración como mi esposa lo hizo. Quiero aprender a orar por otros, rogando al Padre de Jesucristo que rescate a muchos de la obscuridad. También quiero prepararme para enseñar a otros el Evangelio. Quiero aprender a ser compasivo como el pastor que a mí me ayudó.
Confío en que Dios me puede ayudar en ese sueño de hacer su voluntad para contribuir a expandir su Reino. Confío en que él me puede hacer digno de su llamado y servirlo. Quiero ir a los lugares donde todavía no ha llegado la Palabra de Dios. Me identifico mucho con el ministerio de Evangelismo porque esto me permite ir al encuentro de las personas en los lugares o al encuentro de personas que están buscando algo pero no saben cómo hallarlo. Personas en situaciones de adicciones, de hogares disfuncionales, de personas maltratadas y abusadas. Por experiencia propia sé que, así como yo, hay muchísima gente en obscuridad sin saber que hay luz, amor y poder en Dios.
Gracias a Dios, a pesar de mi edad tengo trabajo. Actualmente me encuentro trabajando en el Alto Perú en un proyecto de instalación de paneles solares a los lugares más recónditos y alejados de la geografía peruana. Ahí no hay acceso a la energía eléctrica. Son a poblaciones pobres, donde el 70% de los habitantes no hablan español, sólo hablan quechua. Esa es una cultura milenaria y de costumbres muy distintas a las que por muchos años viví en Venezuela. Quiero prepararme y aprender más de la cultura ahí porque creo que ahí es donde Dios quiere que yo sirva como Evangelista junto con mi esposa que siempre me acompaña. Ella es mi ayuda idónea bien preparada.
En ILC he encontrado la provisión de Dios para cumplir mi sueño, mi llamado y mi responsabilidad de prepararme para servir en mi ministerio. Las Escrituras enseñan que debemos prepararnos en el conocimiento de Dios. Yo quiero hacerlo, quiero estudiar estructuradamente para estar bien preparado como el pastor lo estuvo cuando me aconsejó. Sé que debo orar y estudiar. Debo estudiar y orar. Sólo así podré ser un siervo útil que tiene una relación sólida con Dios. No quiero que Satanás me encuentre débil ni que me venza. Quiero estar atento, velando y preparado.
No digo que ya soy perfecto. Por eso a todos les pido oración, para no caer en tentación ni volver a atrás. No quiero desanimarme ni desalentarme. Especialmente por mi edad, 59 años, a veces me siento inútil porque pienso que ya no es tiempo para prepararme y servir. Pero entonces recuerdo a Abraham y a Moisés, a pesar de su edad avanzada tuvieron ánimo para seguir fieles. Dios está conmigo en Jesucristo y en su Espíritu, por eso seguiré adelante preparándome en ILC y sirviendo siempre.
Gracias por su tiempo. Dios los bendiga a todos.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17
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