Todos podemos apoyar la educación ministerial gratuita para levantar ese ejército de ministros de Dios que anhelan servir en toda buena obra.
Nuestro compañero estudiante comparte:
Desde muy pequeño he sentido el llamado del Creador. A penas a los 6 años de edad visité los Pentecostales Unidos de Colombia donde empecé a conocer a Jesús. Sin embargo, a pesar de sus enseñanzas tenía un vacío. Era la falta del Padre y su Espíritu.
A la 12 años visité por primera vez una iglesia cristiana evangélica trinitaria, de inmediato comprendí la importancia de la sana doctrina. Entonces comencé en los caminos del Señor. Luego de unos años me bauticé.
Sin embargo al llegar a mi juventud me dejé llevar por los deseos del mundo y me aparté espiritualmente. Además, un líder lastimó mi corazón con sus palabras. Fueron muchos años de una vida tibia.
Hasta que conocí a la que hoy es mi esposa. Con luchas y pruebas hemos levantado bandera reconociendo a Dios como el Señor de nuestras vidas. Hoy en día después de 7 años de casado vivimos para agradar al Señor y para cumplir aquel sueño de niño, de llegar ser pastor.
Ésta es palabra fiel: Si alguno anhela ser obispo, desea una buena obra. 2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible y que tenga una sola esposa; que sea sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 no afecto al vino, ni pendenciero, ni codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción y con toda honestidad 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?); 6 no debe ser un neófito, no sea que se envanezca y caiga en la condenación del diablo.7 También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en los lazos del diablo. 1 Timoteo 3:1-7