Hola soy Bárbara, vivo en Lima, Perú junto a mis padres y hermanos, todos seguimos estos preciosos caminos. Me estoy beneficiando de los estudios bíblicos en ILC. Si me preguntas que significa Jesús para mí, sin duda alguna te diría que es el Regalo más hermoso que pude recibir, el Tesoro más valioso que pude hallar… Sí, un tesoro que descubrí a la edad de 9 años. Como niña disfrutaba mucho de las cosas de Dios, me agradaba ese ambiente; pero ya pasando los años y entrando a la adolescencia mi corazón empezaba a cambiar, buscaba descubrir nuevas cosas, nuevas amistades, y poco a poco me iba alejando de los brazos del Padre. Creí que no necesitaba de Dios para ser feliz, y que podía construir mi vida a mi manera. Esto me llevó a tener varios fracasos, a pasar por momentos de tristeza y a sentir un vacío inmenso en el corazón. Empecé a dañar a muchas personas de mi entorno, porque todas las cosas me salían mal, si algo iniciaba pues no podía culminarlo, lo dejaba incompleto. Era una vida inestable y de apariencias. Me resigné a vivir así, creyendo que no había solución, porque al haber conocido a Dios, y luego el haberme apartado, me hacía pensar que no merecía nada bueno, que mi oportunidad con Dios había terminado.
Sin embargo, ese Amor Eterno siempre estuvo allí, esperándome. Recuerdo que una mañana del jueves 24 de julio del 2014 sentí la necesidad enorme de orar, dejé lo que hacía, me dirigí hacia afuera, levanté mis ojos al cielo e hice una de las oraciones más cortas y sencillas de mi vida, le dije: Señor, yo sé que todas las cosas malas que me han sucedido, que todos los fracasos los tenía bien merecidos por haberme alejado de ti, tú no tienes la culpa de nada, soy yo quien decidió mal, y se apartó de tus caminos, pero también sé que si tú haces algo por mi todo puede cambiar». En ese momento no entendía bien lo que decía, y menos imaginé que con esas palabras nuevamente le abría mi corazón, y que Él empezaría a transformar mi ser una vez más. Así es, el Padre me estuvo esperando por mucho tiempo, vendó mis heridas y me dio una nueva oportunidad de vivir para su gloria, para sus propósitos. Puedo decir como Job, “que de oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven”, porque descubrí una relación personal con mi Creador, y la vida ya no era la misma, todo tenía color, todo empezaba de nuevo.
En estos años Dios ha estado moldeando mi vida a su voluntad, como el buen Alfarero que es… y es en este tiempo de caminar que surgía la necesidad de ayudar a otros, de buscar el bien de los demás. De compartir a otros acerca de la misericordia que el Señor tuvo a mi vida, sí, de decirles que aún para aquel que se alejó de Dios hay oportunidad de volver a casa. He comprendido que este Tesoro tan valioso no debe esconderse, que los demás necesitan conocer del Amor Incomparable de nuestro Dios, que esto es algo que no podemos ocultar, y que fuimos llamados a compartirlo. Entendí que para llevar a cabo dicho propósito también es necesario estar preparados en todo conocimiento de la Palabra de Dios, en toda enseñanza de aquellos que ya transitaron por el sendero que algunos recién comenzamos a recorrerlo.
Es así que hallándome en la búsqueda de un Ministerio que pueda enseñarme en ello conocí por las redes sociales al Instituto de Líderes Cristianos, al inicio creí que solamente era para las personas que ya contaban con un ministerio o con que ejercían un cargo en la Iglesia. Gracias doy al Señor porque también abren las puertas a toda persona que tenga un llamado al servicio de su Obra y que desean prepararse para el momento en que puedan trabajar en la viña del Señor. ILC significa para mí la oportunidad de capacitarme más para desarrollar el llamado de Dios a mi vida. Actualmente con los estudios bíblicos, trabajos, y la Iglesia el tiempo y los recursos que se necesitan para empezar a estudiar en un Seminario son muy escasos, y realmente por ello posponía este deseo. Fue una gran bendición descubrir el Ministerio ILC, le agradezco mucho a Dios por todo lo que vienen haciendo a favor de la Iglesia del Señor, y mis oraciones son para que crezcan cada día más, y hallen el sustento necesario para continuar con esa hermosa labor. He decidido darle mis mejores años a mi Salvador, que Él haga conmigo como desea, que me use en el lugar que Él quiera, todo lo que alcance en esta vida lo pondré a sus pies, a su servicio. Y por supuesto, dondequiera que vaya llevaré sus enseñanzas en mi corazón ILC, gracias por todo.
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