Todo tiene su tiempo…
Todo tiene su tiempo…
Mi nombre es Julián David Quevedo, colombiano de 29 años de edad. Crecí bajo el seno de un matrimonio disfuncional, entre el alcoholismo de mi padre y las peleas familiares. Una hermana de mi padre comenzó a asistir a una iglesia de estructura pequeña pero grande en las manos de Dios, donde conoció a Cristo y pudo compartirlo a toda nuestra familia, incluido mi padre, quien comenzó a asistir a algunas reuniones al inicio de manera esporádica pero con el pasar del tiempo por fin entregó su corazón al Señor. Aunque para aquel entonces yo era un menor, hasta el día de hoy, la mayor prueba del poder y magnificencia de Dios para mi vida, ha sido la transformación y el verdadero arrepentimiento que tuvo mi padre. Comencé a asistir a la escuela dominical, me encantaba memorizar versículos bíblicos, aprender himnos y reunirme con otros niños en la iglesia. En mi adolescencia tuve una crisis emocional y espiritual a raíz de la separación de mis padres. No justifico mis acciones y malas decisiones por este problema, pero tampoco tuve el carácter para aferrarme a Dios en medio de esta dificultad, sino que preferí refugiarme en al alcohol, el tabaco, las drogas, las fiestas y las peleas. Todo esto ocurrió de manera progresiva, no ocurre de un día para otro. Hoy recuerdo las palabras de pedro: Sean prudentes y manténganse atentos, porque su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8). Estuve alrededor de cinco años en esta espiral descendente en la que me introduje por mis malas decisiones, años en los cuales dañé mi relación con mis padres, mi relación con mis hermanas, mi relación con mis amigos y por supuesto, todo esto a raíz de haber dañado mi relación con Dios. Un día, cuando había tocado fondo y estaba durmiendo algunas noches en la calle, me encontré con un grupo de muchachos que dormían igual que yo en las calles. Aunque algunos estaban consumiendo drogas (lo que llamó mi atención y me hizo ir hacia ellos), entre estos muchachos se encontraba uno con una vieja y desafinada guitarra, el cual comenzó a cantar un himno hermoso que dice: … He decidido seguir a Cristo, no vuelvo atrás, no vuelvo atrás… En ese momento mi corazón se desarmo como si cayera una coraza y pude llorar como nunca lo había hecho. Entendí que ese día el Señor mismo fue al lugar oscuro donde yo me refugiaba, a recordarme cuanto me ama y que si me determinaba a seguirlo, en él encontraría una nueva oportunidad. Cuando nadie creía en mí, el Señor vino a recordarme que él seguía creyendo en mí. Hoy, ya han pasado 9 años desde aquella reconciliación maravillosa, en la cual tengo hoy el privilegio de servir al Señor en un ministerio llamado EL LUGAR DE MI REPOSO. Cumplimos con mi esposa 6 años de un feliz matrimonio el mes pasado y tenemos un hijo de tres años llamado Samuel (el que oye a Dios). El año 2021, en el mes de Julio, recibimos el llamado de servir a Dios de tiempo completo como pastores en el ministerio y por ello quiero prepararme para dar lo mejor de mí como siervo e instrumento de Dios, así como el Señor me entrego lo mejor de él para transformar mi vida y darme una nueva oportunidad. Creo firmemente que Dios puede transformar cualquier vida, así como transformó la vida de mi padre y también la mía. Mi versículo favorito es Eclesiastés 3:1, ya que resume todo lo que pasé para entender que todo llega en el tiempo perfecto de Dios.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.”