Un Mismo Deseo
Un Mismo Deseo

Cada estudiante del ILC tiene diferente historia y llamado, pero todos tienen un mismo deseo siempre: Prepararse para servir a Dios evangelizando y haciendo discípulos. En esa unidad, el ILC se esfuerza para servir a todos proveyendo clases gratuitas de Biblia, teología y ministerio. Todos juntos, con una sola fe, un solo bautismo y un solo llamado, vamos a consolar porque hemos sido consolados. Amén. Así es el testimonio de nuestro hermano que nos escribe desde Bolivia.

Soy boliviano. Yo llegue al Señor por medio una célula o grupo de estudio de la Biblia. Al principio solo iba por la comida, pero cuando volví a ir pasaron un testimonio. Al verlo me dije,  JESÚS, SI ERES REAL, AYUDAME. Desde ese momento, encontré al Amado que cambió mi vida. Antes de eso yo crecí sin amor de padre, tuve una infancia muy triste. Cuando tenía  años 8 años fui abusado sexualmente y  mi padre nunca me dio cariño, sólo era insulto tras insulto. De joven, lo odiaba y cuando murió, fue peor. Todos me culpaban. Muchas veces quise matarme. Sólo el Señor cambió todo. Llenó esos vacíos de mi vida. Ahora mi sueño es ayudar a la restauración de los perdidos y de los que se alejaron del Señor. Quiero tener un ministerio de restauración y de evangelista. Quiero ir a donde muchos no quieren ir. Para eso es necesario poder prepararse, y con la beca seria un gran apoyo para poder tener más conocimiento.  Sería de mucha ayuda para mi persona y mi preparación ministerial. Por eso agradezco esta oportunidad, y sus oraciones para mantenerme en los caminos del Señor, terminar mis estudios y servir a Dios.

Gracias.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestra consolación. I Corintios 1:3-5