Mi nombre es Jean Franco. Nací en Caracas-Venezuela. Desde pequeño mi madre quien es cristiana, nos crió a mi hermano y a mí bajo principios cristianos pero no éramos creyentes. Para la gloria de Dios hoy día mi hermano es un fiel discípulo de nuestro Señor Jesucristo. Yo de igual forma, he depositado mi fe y confianza en Él pero ha sido un proceso desde mi conversión. Mamá que para ese entonces asistía a una iglesia evangélica libre, después de muchas invitaciones, accedí un domingo a visitar el templo. En la predicación comprendí mi condición de pecado aceptando a Cristo en mi vida. Como ya dije en líneas anteriores, ha sido un proceso con altos y bajos, pero de un tiempo para acá he tenido el firme deseo de tomar responsabilidad de mi vida espiritual y la de mi familia, tanto más cuando veo con preocupación lo corto de la vida y quiero ser un buen sirvo y fiel, útil a la obra, primeramente en mi hogar pero también en la iglesia y el lugar donde me desenvuelvo.
Actualmente estoy casado con una maravillosa mujer cristiana la cual ha sido un apoyo invaluable en mi vida y tenemos una preciosa hija de tres (3) años. Soy maestro de escuela dominical y profesor en un colegio secular. Debido a lo explicado, comencé a buscar sitios en línea que me ayudasen en ése propósito de estar «enteramente preparado para toda buena obra». Así fue que conocí la página del Instituto de Líderes Cristianos. Ésta oportunidad ha significado para mí una puerta que me ofrece la gran oportunidad de desarrollar áreas en mi vida que de otra manera no podría. A medida que he ido leyendo los diferentes artículos más me siento atraído por la seriedad y dimensión que supone el ministerio desde la perspectiva de los autores y más aún «el regalo» de poder dar a los aspirantes el querer guiarlos a la mayor conveniencia para éstos, aclarando sus pensamientos y siendo luz en el caminos de los que como yo, quieren adentrarse por salud propia y la de otros en la Gran Empresa del Reino de los Cielos. Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. 1 Pedro 3:15. ¡Éste es mi propósito!
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