Los cursos gratuitos del ILC nos hacen recordar la Gran Comisión que estamos llamados a cumplir en todo lugar y en todo momento. Sí tu eres llamado, te esperamos con las puertas abiertas en nuestras aulas virtuales.

 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. Mateo 22:14

Desde que me acuerdo he tenido una vida paralela, mi mente diseñaba una vida perfecta cuando por las noches me iba a la cama y antes de dormir cerraba mis ojos, en mis sueños concientes era otra persona, con otros padres, otra condición social, otro cuerpo, muy inteligente, audaz, llena de proyectos, el mejor novio y una carrera profesional soñada. Al despertar al otro día, despertaba en una pesadilla, era todo lo contrario en mi vida real, sufrí de burlas toda mi vida por causa de mi físico, a causa de eso comencé a ser la adolescente rebelde para poder protegerme y me convertí en la oveja negra dentro de mí familia y mi colegio, la ira, el rencor y las ganas de venganza era muy alto, y las ganas de quitarme la vida era mayor. Nunca tuve una buena relación con mis padres a causa de esto. Al pasar los años todos empeoraba, mis papás se fueron del país y yo me quedé en mi país de origen Chile con mi novio (actual esposo y padre de mis hijos), mi amor por él crecía cada vez más porque me aceptaba tal cual era. Los años pasaron y la relación con mis papás era peor porque ellos se habían «convertido» y ya no eran los mismos. Me hablaban de Dios y yo pensaba que eran estupideces. Un año mi mamá vino de vacaciones y me invitó a un recital evangélico en el centro de la cuidad, accedí a ir con ella. Llegamos y habían Miles de personas con las manos arriba adorando, algunas de rodillas y llorando (yo pensaba que estaban completamente locos). Hasta que una canción en particular me recordó toda mi vida, era como escrita para mí, comencé a sentirme desnuda, sucia, indigna, mala, y toda mi vida de pecadora pasó por mi mente en unos pocos segundos, comencé a llorar y alguien de acercó a orar por mi, yo sentía un fuego en mi cuerpo, me costaba sostenerme y mantenerme de pie,nunca había logrado tanto, sentía la necesidad de que Dios me perdonara, al cabo de un rato, era pesadez, esa carga que llevaba ya no la sentía. Clamaba por no pensar más e imaginar por las noches y así fué. Pude dormir tranquila, y así Dios fue renovando mi mente, mi vida y hasta ahora ha sido un viaje lleno de milagros para mí y mi familia. Estoy agradecida de Dios por haberme sacado de donde estaba, porque de seguro era camino a la perdición. Tengo una excelente relación con mi papás, soy terapeuta, vivo en Nueva Zelanda con mi esposo y mis hijos y quiero servir en la iglesia latina a la que pertenezco. Dios les bendiga