Mi testimonio es un relato lleno de la gracia y la misericordia de Dios, que transformó mi vida a la edad de 16 años, soy de Jipijapa, Manabí, Ecuador, viví una adolescencia difícil, lejos de mis padres debido a mis estudios, esto me llevo a experimentar una profunda tristeza en mi corazón a raíz de diversas experiencias desagradables en mi vida. Fue en ese momento de fragilidad que tuve un encuentro significativo con Jesús, experimentando una paz que sobrepasa todo entendimiento, a través de su amor, pude perdonar a aquellos que me habían hecho daño y encontrar consuelo para las heridas que llevaba en mi corazón. Mi origen es humilde, pero mi familia, ahora compuesta por mi esposa e hija de 4 años, es el pilar de mi apoyo, nos congregamos en una Iglesia Cristiana Pentecostal, donde he encontrado una comunidad de fe que me ha ayudado a crecer espiritualmente, en la actualidad estamos ingresando a un campo blanco, donde encontramos familias con escasos recursos económicos y la realidad de ver personas en extrema pobreza, pero confiamos en la provisión divina para llevar el mensaje de esperanza. Desde mi conversión, he dedicado mi vida a seguir a Jesús, me bauticé y comencé a servir en la Escuela Dominical, trabajando con jóvenes, niños y caballeros, mi pasión es evangelizar y predicar en las calles, participando en misiones que incluyen brigadas médicas, entrega de juguetes, ropas y víveres. Creo también que mi vocación se centra en servir a aquellos que necesitan de Jesús, enseñar con dedicación y llevar el evangelio a los necesitados, mis dones espirituales incluyen la fe y la palabra de ciencia, los cuales utilizo para glorificar a Dios y ayudar a otros. Decidí estudiar en el ILC porque deseo profundizar mi conocimiento de la Palabra de Dios y aprender a realizar un trabajo de excelencia en la enseñanza, mi objetivo es llevar el evangelio de manera verdadera y efectiva, equipándome para impactar vidas de manera positiva y transformadora. Un versículo que ha sido un faro en mi vida es Isaías 61:1, que dice: «El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a vendar los corazones heridos, a proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros», creo que este versículo refleja mi compromiso de llevar el mensaje de esperanza y restauración a aquellos que más lo necesitan.