Quiero compartir este testimonio de lo que Dios hizo en mi vida, comparto esto sabiendo que Dios seguirá haciendo su obra en mi. Quiero que todo el que lea este testimonio comprenda que lo que Dios hizo en mi vida también puede hacerlo en la suya.

Buenas, soy Ester Kulbakou Trofimovich, actualmente tengo 18 años, pero soy creyente desde mi niñez. Por lo que recibí las enseñanzas bíblicas básicas desde niña; pero al empezar la escuela me interesó más las actividades del mundo. Como resultado, se enfrió mi doctrina y relación con Dios. Mi alma anhelaba ocupar o rellenar ese vacío que sentía, sabiendo claramente quién lo podía hacer; continuaba negándolo. Salmos 94:18 (NVI) No bien decía: “mis pies resbalan”, cuando tu amor, SEÑOR, venía en mi ayuda. Yo pensaba que podría seguir adelante y lograr regresar sola a la casa del padre. Pero por más que intentaba, siempre regresaba al punto de inicio.

En el 2020, en un ENCUENTRO PERSONAL CON DIOS “retiro”, experimenté nuevamente el amor de Dios en mi alma y me libré de ese peso que me ahogaba, impidiendo ver el camino para regresar a unirme con él. Arrepintiéndome de todo lo cometido y entregando mi vida a él, permitiendo que él sea mi ancla firme. Desde allí supe claramente la misión que el Señor me había preparado, ser misionera evangélica, compartiendo esa paz y ese amor, mediante el evangelio. Acompañada del Espíritu Santo y los dones que me regala cada día para su obra. Pero no me dejaba de surgir la duda de: “cómo se predica el evangelio correctamente?”.

Deseando aprender a entender y saber cómo hacerlo correctamente; encontré mediante un anuncio en Instagram, un testimonio sobre este curso. El cual me motivó a experimentarlo por mi sola. Este estudio ha abierto mi mente y mi forma de ver las cosas, ya que pude recibir ese conocimiento que antes no tenía, haciendo cambiar todas mis perspectivas y carácter.

Mateo 7:7-8 (NVI)

Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el un busca, encuentra; y el que llama, se le abre.

Ahora, le entrego mi vida a Dios. No planifico mi vida tal como la desearía, sin permitir que Dios me muestre su plan. Hoy en día, le entrego mi vida a él, sin saber qué es lo que haré el día de mañana; pero sabiendo seguro, que a dónde no vaya, llevaré el evangelio conforme a La Palabra a los demás, compartiendo lo que a mi me han regalado.