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Por Viviana Leiva
Estudiante del Instituto de Líderes Cristianos, vive en Chile y junto a su esposo Cristian son miembros activos del ministerio Cristo tu Única Esperanza en Viña del Mar. Viviana es de profesión Diseñadora y en su trayectoria en el ministerio ha servido en el área de alabanza, audiovisual, diseño, liderazgo de adolescentes, trabajo misionero y evangelístico, enseñanza y exposición de La Palabra. Su pasión es inspirar a la gente a vivir con una nueva perspectiva a través de Dios.
Los problemas, las equivocaciones y el temor solo quieren mantenerte atrapado en angustia y desesperación, alejándote de toda posibilidad o esperanza, alejándote de creer que hay una salida. Hay un Salmo que dice:
«Responde a mi clamor, Dios mío y defensor mío. Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración» (Salmo 4:1 NVI).
Esta es la oración desesperada de David. Aquí puedes ver que no eres el único que ha lidiado con situaciones angustiantes, decisivas y complejas. También vemos que hay una salida a través de la oración.
La gran acción de David sobre su angustia y su situación, fue creer; creer en esa salida, creer en un Dios sin imposibilidades y sin limitaciones. Clamó a Él como su Dios, como el Dios Todopoderoso y Defensor en quien creía. David fue firme en su confianza. Esta confianza, esta fe de David, que encontraría a través de su oración, lo llevó a tener la certeza de que hallaría respuestas y además la provisión apropiada para atravesar de un punto a otro.
Cuando no tienes respuestas por ti mismo, cuando no hay soluciones visibles, cuando estás en un desierto sin provisiones e involucras a Dios en tu vida, se forma un camino; desde tu realidad hacia Su Realidad. Durante el proceso, Él te abastece de protección, paz, gozo y mucho más, guiándote a la libertad de tu condición. David tenía la actitud correcta en esta oración, sabía en quién creía y por eso acudió a Él.
Tú vida puede pasar de una sequía a un verdadero renacimiento personal cuando Cristo viene a socorrerte. Ya no queda nada más que la condición en la que estás. La oración es una opción en la cual no tienes nada que perder, pero sí todo para ganar. Todo lo que hay dentro de ti ponlo en esa oración. Él te escuchará y, más aún, Él te responderá; a su modo y en su tiempo exacto. Él hará lo mejor para ti, solo confía.
Descansa en Dios por completo; Él te escucha y te sostiene.
¡Sé firme en tu confianza y verás las respuestas!
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