Mi nombre es Jayro Ramirez. De la ciudad de Guatemala. Crecí en una provincia al oriente de la ciudad de Guatemala; Nací en una familia cristiana en la cual fui instruido acerca del amor de Dios, pero a la edad de 14 años, debido a la pobreza de la región, decidí migrar para la ciudad. En ese entonces conocí a personas, a las cuales llegué a llamar amigos, que estaban en el mundo de las drogas y pandillas; Al no tener a nadie a cargo de mi y olvidando las enseñanzas dadas en casa, me relacioné en ese mundo y mi vida fue tomando un rumbo erróneo y me convertí en un marginado por la sociedad. Conforme pasaban los años veía como personas cercanas a mi y a quienes yo considere amigos fueron muriendo debido a las problemas y riñas entre pandillas, por vicios y la mala vida que llevaban. Mi vida también iba tomando ese rumbo; Pero a la edad de 24 años Dios envió a personas que me hablaron acerca de su amor y misericordia, me hablaron también sobre el perdón de nuestro señor Jesucristo y como se dio en amor por mi. Recordé las enseñanzas y todas aquellas cosas que en mi niñez habían instruido mis padres en mi. Fue un proceso largo y difícil, viví cosas que marcaron de alguna forma mi vida, pase por momentos de soledad y sentía que ya no había esperanza para mi; Pero el señor con su amor restauró mi vida y me guió a través de su palabra. Ahora él me ha bendecido con una familia en la cuál, al lado de mi compañera e hijos, profesamos del amor de Dios hacia el mundo. También me ha dado la oportunidad de liderar en una iglesia en medio de una comunidad marcada por la delincuencia y pandillas, un lugar donde jóvenes, que como yo en mi juventud, están perdidos y necesitan de alguien que los guíe en la palabra de Dios. Como todo ministerio es difícil; Pero recordando mi texto favorito en donde la palabra de Dios dice: Mira que te mando que te esfuerces, seas valiente, no temas ni desmayes porque yo estaré contigo donde quiera que vayas. Josue: 1:9 Confío en que Dios ha dado esa oportunidad para bendecir esas vidas y para poder llegar a sus corazones gracias a las experiencias antes vividas y hacerles saber que para él no hay nada imposible, que nuestro Dios está dispuesto a perdonar y restaurar. Gracias al instituto ILC he podido desarrollarme de una manera mejor para así llevar la palabra de Dios a quienes aún no han conocido su amor. Mi anhelo es es seguir creciendo espiritual y académicamente para poder seguir llevando la palabra de Dios y animando a todos a seguir adelante, enseñando e instruyendo a las personas para que el evangelio de Cristo se siga expandiendo.