La Luz de Cristo Iluminó mi Vida

Me llamo María Alejandra y tengo 26 años. Como muchos, crecí sin un papá, deseando tener uno. A raíz de ésto era tímida, callada, introvertida y siempre tuve un deseo por ser aceptada. Cuando tenía como 9 años aparece mi papá queriendo conocerme. Yo estaba tan feliz que no me importó el por qué no me había reconocido antes.

Allí empezó lo peor, porque después de esa emoción, él simplemente se fue; me ilusionó, me prometió mil cosas y luego no volvió. Duré llorando por muchos días. Se creó una raíz en mí de dolor queriendo ser amada por un hombre. Siempre miraba con admiración a los papás de mis primas o de mis amigas, pretendiendo que me vieran como su hija. Obviamente jamás pasó, pues yo no era su hija y continuaba ese dolor.

Cuando crecí, siendo ya una jovencita, empecé a tener novios. Me apegaba demasiado a ellos emocionalmente. Yo sabía que algo andaba mal porque no era normal el apego que sentía en tan poco tiempo. Y por supuesto terminaba peor que antes. Siempre pensé que era yo la del problema, que algo me faltaba. Yo pensaba que si mi papá no me quiso, el hombre que me engendró, entonces, qué otro hombre podría hacerlo. Así pase varios años de mi vida sintiéndome menos.

Cuando tenía 20 años quedé embarazada y me casé. Al principio fue difícil el matrimonio; yo tenía heridas, mi esposo y yo no conocíamos a Jesús, en fin, un desastre. Aquí comienza la mejor historia de mi vida. Nos separamos por un mes, mi bebé tenía 8 meses, yo dolida en el mismo punto de dolor que siempre, dejada nuevamente por un hombre.

Una noche, le conté lo que me estaba pasando a una amiga que es cristiana. Ella me dijo que Dios podía salvar mi matrimonio. Yo le dije que no me ilusionara pues no creía que eso fuera posible. Después de tanta insistencia le hice caso y empecé a ir con una consejera cristiana. Fue un mes largo, duró para mí, pero hoy en día lo agradezco mucho.

Para hacer la historia corta, un mes después volví con mi esposo. Yo me acerqué a Dios y le entregué mi familia. Mi esposo, aún no le conocía pero por miedo lo buscaba. Un año después le hice una oración a Dios; le dije que había algo que no entendía, que no sabía qué era, que por favor me lo enseñará. Yo realmente no sabía que estaba pidiendo.

«Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5:5 RVR1960).

Literalmente, al día siguiente estoy navegando en YouTube y me sale una chica; el título del video decía «La Voluntad de Dios en el Amor», a mi me pareció extrañísimo. No tenía idea que la gente hablara de Dios en YouTube. En fin, sentí curiosidad y me dejé llevar por el video. Mientras esta chica (Edyah Barragán) hablaba, el velo iba siendo removido, la ceguera se cayó, la luz de Cristo iluminó mi vida. El Espíritu Santo llenó mi corazón y por primera vez experimenté la plenitud que tanto anhelé por años.

El amor de Dios inundó mi corazón; sentía un fuego en el pecho, fue algo inexplicable pero allí me convertí. Mi mente fue renovada, de repente todo lo que yo creía que estaba «bien» no lo estaba, ya no era tan «buena» como me creía. Jesús cambió mi vida, me dio luz como al ciego de nacimiento. Ésto ocurrió en 2018, desde allí no he parado de buscarlo, de conocerlo de adorarle. El día a día me ha transformado; mi matrimonio fue restaurado y nuestras finanzas han mejorado muchísimo. Dios lo ha cambiado todo y sigue transformándome diariamente.

El Instituto de Líderes Cristianos lo conocí por mi amiga. Estamos estudiando juntas para crecer más en el Señor y prepararnos para lo que Él quiere que seamos. Mi llamado es ser luz, ser un canal de bendición, llevar el nombre de Jesús a todos lados con valentía. Me gusta enseñar, es algo que siento que Dios puso en mí. Tengo muchos desafíos al estudiar en ILC; empezando por mis hijos que los tengo en casa, el quehacer diario y otras actividades, pero con la ayuda de Dios siempre logró organizarme y hacer el tiempo.