Me ha llamado al Evangelismo y el Discipulado

Espero en el Señor que todo lo que aprenda pueda compartirlo con los hermanos de la iglesia

¡Evangelismo y Discipulado! Nací en un hogar cristiano, tanto mi papá como mi mamá conocieron al Señor desde su niñez. Se mantuvieron en los caminos del Señor por ende ellos inculcaron en mí y crecí conociendo sobre la Palabra de Dios, asistí desde muy pequeña a la escuela dominical, escuelas bíblicas de vacaciones, campamentos, etc.

No había nada más hermoso para mí que poder aprender las historias de la Biblia, aún recuerdo los dos primeros versículos que aprendí en mi niñez y se encuentran en Mateo 4:19 y Gálatas 5:22-23. Estos pasajes encierran el llamado que tenemos una vez que formamos parte de la Iglesia del Señor y el cambio que debe existir en nosotros una vez que el Espíritu Santo comience a vivir dentro de nuestro ser. Sentí que estos versículos me marcaron.

Desde ese momento los guardo en mi corazón. Algo que puedo resaltar como un recuerdo muy valioso para entender la importancia de compartir el evangelio a los demás es que mis papás siempre nos llevaban a mi hermana y a mí a todos los programas evangelísticos. Llamaba mucho mi atención el ver cómo los hermanos de la iglesia cantaban, daban testimonio, oraban, entregaban tratados y predicaban, así como habían personas que pude ver que rechazaban el mensaje de Dios. Habían otros que se acercaban para que oraran por ellos y se quedaban escuchando la predicación. Había de todo un poco.

Con el pasar del tiempo ya me permitieron entregar tratados. Así comencé inmiscuyéndome poquito a poco en lo que es la obra evangelística. Luego nos dieron la oportunidad de apoyar en una misión cristiana que estaba aperturándose fuera de la ciudad. Un grupo de hermanos íbamos todos los sábados, era la primera vez que acompañaba en este tipo de actividad. Mi papá era el que llevaba las predicaciones para los mayores y mi mamá se turnaba para dar clases a los niños pequeños.

«Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido ante los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová» (Ezequiel 38:23).

Podría decir que las personas de ese lugar eran de bajos recursos. En las calles de la ciudad yo veía a personas que pedían caridad, pero en ese lugar me sorprendió que todos eran personas que tenían necesidades económicas. Aparte del alimento espiritual que se llevaba a las personas también se los ayudaba socialmente en lo que estaba a nuestro alcance y descubrí que eso era algo que también me encantaba. Pensaba en todos esos niños que no llevaban zapatos o que su ropa estaba rota, lo que veía que podíamos darles, lo separábamos. Una vez que esa misión quedó establecida, quedó un pastor encargado y dejamos de asistir, pero aprendí muchísimo.

En mi etapa de adolescencia apoyaba en las actividades de la iglesia que más podía, no había algo fijo. Hasta que el pastor un día conversó con mi papá para ver si apoyábamos como familia junto con otros hermanos a una misión que estaba iniciando. Se trataba de un pueblo donde hasta el momento había mucha necesidad en todo ámbito. Hacían falta maestros para los niños así que me dijeron que iban a darme un grupo.

Al comienzo sentí nervios pero después fue algo que hizo que descubriera mi amor por la enseñanza de la Palabra de Dios a los niños. Jamás imaginé que el Señor me podría usar de esa manera, estuvimos aproximadamente cinco años y fue increíble ver cómo hubo cambio en la conducta de los niños que hasta los mismos padres nos agradecían porque sus niños habían cambiado. La gloria siempre para nuestro Dios, sólo Él pudo obrar de una manera extraordinaria con ellos.

También tuve el hermoso privilegio de apoyar en la escuela dominical como profesora de los más pequeños de la iglesia, lo cual fue un gran reto y una experiencia linda, sin duda. Los niños son parte fundamental de la Iglesia de Cristo, ya que de ellos va a depender su futuro de la Iglesia; lo que ellos aprendan del Señor desde su hogar por parte de sus padres y luego en el templo, es lo que tendrá repercusión en su vida espiritual y su crecimiento.

Ahora último, Dios me dio la oportunidad de discipular a una adolescente. Nunca había hecho eso, pero el Señor siempre me sorprende, ha sido de las mejores experiencias que he tenido. El amor por las almas de las personas, la necesidad de predicar el evangelio a los que más podamos, es algo que he aprendido con el pasar de todos mis años. Claro, todo esto va de la mano con la búsqueda personal diaria de Su Presencia, así como cada día buscar agradar al Señor con nuestra vida y procurar avanzar en la santificación, dejar el viejo hombre.

Hay muchas cosas que he podido entender con mi propia experiencia y que agradezco a mi Padre por rescatarme de la condenación eterna. Evangelismo y discipulado son las áreas en las que siento que el Señor me ha llamado. Tenía un deseo muy profundo en mi corazón de encontrar un lugar donde pueda aprender más sobre nuestro Padre Celestial. Busqué sobre institutos bíblicos y llamó mucho mi atención el plan que se lleva en el Instituto de Líderes Cristianos; desde cómo se inicia y cómo visualizan el compromiso de los que son verdaderamente llamados por el Señor.

No solamente es una una emoción. Espero en el Señor que todo lo que aprenda en ILC pueda compartirlo con los hermanos de la iglesia y ser apoyo al departamento de evangelismo, quiero continuar aprendiendo del Señor y su obra. No hay que desaprovechar el tiempo que aún tenemos aquí en la tierra, a pesar de las obligaciones seculares, no hay que dejar a un lado nuestros deberes como hijos del Rey de reyes y Señor de señores; la evangelización y el discipulado (Mateo 28:19-20).

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