Conocer a Dios
Muchos quieren conocer a Dios, pero a Dios sólo lo podemos conocer correctamente mediante Jesucristo. Las Escrituras nos enseñan sobre Jesús y el Espíritu Santo capacita a maestros para que enseñen sobre Dios en la Iglesia. De esa manera, cuando conocemos a Dios mediante maestros bien instruidos y llenos del Espíritu Santo, podemos estar seguros que tenemos una doctrina sana para compartir con los demás que también quieren conocer y amar a Dios.
Hola, mi nombre es Genaro, tengo 55 años. Comparto mi testimonio sobre mi trayectoria en conocer a Dios.
La historia de mi deseo de conocer a Dios, viene se remonta a cuando estaba pequeño, desde los 5 años (porque es el tiempo en que tengo vivos recuerdos), de cómo bajo el mando de mi Abuelita, íbamos a misa todos los domingos, y era en esa pequeña iglesia, que me gusta estar, por sus jardines hermosos, pero a la hora de la misa, cantarle a Dios. Nací y crecí en una familia católica por tradición, en donde mi Abuelita adoraba a la Virgen de San Juan de los Lagos y Guadalupe, mientras que mi madre solo a la de Guadalupe, ambas con un seguir y sentir diferentes, creo yo que por los tiempos, mi abuelita era más tradicionalista, rezar rosarios, prender velas a los santos de sus devoción, etc.; en cambio mi madre si asistía a misa pero su búsqueda y devoción no era tanta como la de mi Abuelita. Desde pequeño, miré también como el Alcohol, el amor al dinero, las envidias y otras cosas que satanás usa en este mundo, destruían a algunos miembros de mi familia, especialmente a mi madre. Y fue precisamente eso, quien me apartó de mi madre y decidí ir a vivir con mi Abuelita. Ahí recibí una educación estricta, en donde me enseñaron a ser responsable y a trabajar para lograr alguna recompensa, lo cual agradezco a Dios por la vida de mi abuelita y mi tío, el único hijo varón de mi abuelita, pues entre ambos pusieron en mí, los principios de buenas costumbres y educación que debe tenerse delante de la sociedad, y me enseñaron que todo trabajo es honroso, mientras se haga con ganas y sin infringir ninguna ley de Dios y de los hombres. En lo espiritual, mi abuelita era de ir rigurosamente cada domingo a misa, y seguir algunas fiestas tradiciones como la visita de las siete casas… fue en una ocasión que regresando del catecismo (para hacer mi primera comunión), que pasé por un local grande, que ahora sé, se le llama “Templo”, Congregación” o “Iglesia” también, pero era evangélica, y cantaban alabanzas a Dios muy hermosas, me gustaba pasar por ese sitio, pero un día se lo comenté a mi abuelita quien me prohibió acercarme y sobre todo a no meterme ahí, pues decía que esa no era iglesia, pero al tener auge esa pequeña congregación, el mismo sacerdote de la Iglesia a la que asistíamos cada domingo, advirtió, que si se llegaba a enterar, de que si alguno de los feligreses llegaban a entrar a ese recinto, lo iba a “descomulgar”, porque esas personas eran herejes y no seguían a Dios.
Continúo mi testimonio sobre mi trayectoria en conocer a Dios.
Yo hice caso omiso y seguí pasando y escuchando por fuera las alabanzas tan hermosas. Admito que nunca entré a ella, por temor a hacer enojar a mi abuelita y al sacerdote. Fue hasta los 17 años, que un domingo mi tío, le dijo a mi abuelita, que no me obligara a ir a misa, que si yo quería ir, que lo hiciera, que era por convicción, no por obligación, y esa fue mi oportunidad para ya no ir todos los domingos y levantarme más tarde, atribuyéndolo a que estaba cansado por las pesadas tareas que me dejaban en la escuela. En fin, me fui alejando poco a poco de Dios, iba a misa cuando quería, en ocasiones acompañaba a mis tíos y abuelita cuando viajaban a San Juan de los Lagos, a pagar “una manda”… aquí me identifiqué más con mi abuelita, pues empecé a adorarle más a esa virgen, que a la de Guadalupe, de la cual mi madre fue fiel seguidora, y creo que por ello esa virgen me caía mal, pues mi madre en varias ocasiones le pidió milagritos pero no se lo cumplió y veía como mi madre sufría por ello. Por esos tiempos también empecé a probar el alcohol y el cigarro, pero sin llegar al extremo, lo hacía a escondidas de mi abuelita y tío, con los compañeros de escuela o incluso después en algunas fiestas familiares, donde no fueran mi abuelita y tío. Bueno terminé mi Vocacional y después ingresé a la Armada de México, como cadete primero, pero no aguante y tuve problemas con uno de los cadetes más antiguos y terminé renunciando, pero ingresé como activo para volver a la Escuela Naval, cosa que ya no pude, y seguí como marinero. Fueron siete años que serví a mi país en esa rama militar, y fue ahí en donde al verme en una situación complicada, empecé a buscar de la ayuda de Dios para salir de ella. Fue ahí donde conocí a la mujer que fue mi primera esposa. Ambos miembros de la Armada de México, pero de pronto a ella la envían a un puerto y a mí a otro. No soportaba esa situación, para entonces, tenía un pequeño librito, el de los Gedeones, que contiene todo el Nuevo Testamento, así como lecturas de reflexión y ayuda para leer de acuerdo a la situación en que nos sintamos, de ahí me agarré y cada que estaba franco en el barco donde estaba, leía con devoción los pasajes que recomendaba, de acuerdo a mi estado de ánimo, sin saber porque, sentía una paz muy hermosa… recuerdo haber ido también a una capilla en la ciudad de San Judas Tadeo, y recordé que mi abuelita le rezaba y decía que era señor de las causas imposibles, y le pedí que me dejara ir al lado de la mujer que en ese tiempo fue mi esposa, pero seguí pidiendo a Dios por medio de las lecturas del Libro de los Gedeones, hasta que por fin, se me presentó la oportunidad de irme de cambio a la misma ciudad y recinto donde estaba ella.
Prosigo con mi testimonio de Conocer a Dios.
No pasó mucho tiempo ahí, cuando nos dimos de baja ambos y regresamos a la ciudad de México. Ahí pasamos por otro apuro, pues ella se enfermó y ya sin trabajo y solo con el dinero que nos dieron por los años de servicio prestados, tuvimos que utilizarle para su operación de la vesícula biliar. Mientras mi abuelita y tía apoyaban con algo de dinero mientras encontraba algún trabajo en lo civil. Dios es grande, y siempre he pensado que tiene algo destinado para un servidor, pues desde pequeño siempre me ha protegido y provisto en cualquier situación, a pesar de estar entonces en idolatría, y fue que conseguí trabajo. Fueron trabajos en área de Sistemas, pues en los últimos años en la Armada, estuve estudiando una carrera técnica y además serví como operador de la estación de Telecom de la Base Naval en Ensenada, B.C.N. y después en el Sector Naval en Puerto Peñasco, Sonora. Fueron años difíciles, pues fueron trabajos donde solo dure un año en cada uno de ellos. En esas primeras empresas adquirí más experiencia en la instalación de equipos y redes. Fue en la última empresa en la que estuve, que es donde conocí a Cristo. Fue en el año 1995, cuando ya cansado de la hipocresía que veía en la iglesia católica (aunque iba a misa cada que podía), que empecé a orar a Dios, pidiendo que me pusiera en una iglesia o congregación, donde pudiera conocerle bien, ya fuera bautista, mormona, pentecostal, la que fuera con tal de conocerle, y porque empecé a sentirme vacío, con muchas dificultades en mi matrimonio. Fue entonces que conocí a Saúl, un joven varón que una noche que esperaba mi transporte para ir casa, me abordó para presentarme el plan de salvación de nuestro Señor Jesús. Empecé a ir con Saúl a las actividades y a congregarme, empecé a sentir el fuego de Dios que iba llenando mi ser, y fue también, que ahí en el trabajo conocía una hermana en Cristo, Mayumi, quien compartía conmigo sobre las escrituras, pues ella tenía más años en el camino del evangelio, y fue precisamente que por acompañarle a una de sus reuniones de casa, es que tuve problemas en la congregación a la cual yo asistía, pues al enterarse que fui a esa reunión, en donde me sentí muy a gusto, es que decidieron confrontarme y a decirme que ellos eran la única Iglesia Verdadera, a lo que yo les dije que no era así, y deje de asistir, y me buscaron y me volvieron a “regañar” y a decir lo mismo, fue entonces que pedí consejo a Mayumi y ella me acerco con José Luis un líder de varones y delas reuniones de casa, fue quien me acompaño en la última confrontación que tuve con los lideres de esa primera congregación y el resultado es que “me descomulgaron” por decirlo así, me expulsaron de su congregación, pero José Luis me acogió e invitó a ir a su congregación, y ahí de nuevo se encendió el fuego que tenía apagado, oraba, cantaba, danzaba con mucho entusiasmo y solo esperaba los días de Reuniones de Casa, o los domingos para asistir a la oración matinal y después a los estudios bíblicos y por último al culto de agradecimiento por la semana que pasó…
Continúo con mi testimonio de Conocer a Dios.
Todo era muy hermoso, hasta que tuve la oportunidad de salir de la ciudad de México y venirme a la ciudad de Mérida, Yucatán… y ahí de nuevo a la deriva… Estuve buscando donde congregarme, pero en las tres congregaciones a las que asistí, primero me recibieron bien, pero ya después me exigían que llevara por lo menos a 5 personas, con lo que yo no estaba de acuerdo, porque puedo invitar a ir a las personas, pero eso de obligarles no… para entonces mis problemas en mi matrimonio iban creciendo poco a poco, mermando como la polilla a la madera, al ver que no podía congregarme como yo quería, deje de asistir y de buscar a Dios una vez más, y me deje ir de nuevo por caminos del mundo, fiestas con compañeros, donde bebía hasta perderme, buscaba los favores de las mujeres al no tener en casa relaciones, fui un desastre… y los problemas en casa seguían creciendo, hasta que llegó el momento que ya no quise vivir más, y traté de quitarme la vida en tres ocasiones en un lapso de tres o cuatro meses, fue ahí donde toqué fondo… y hubo una vecina, quien estaba enferma de cáncer, que fue a visitarme al hospital después del último intento, y sus palabras me cimbraron de tal manera, que eso, me quitó el deseo por quitarme la vida… me dijo “hay Beto, tú queriéndote quitar la vida, y yo pidiéndole a Dios me permita seguir viviendo para poder disfrutar al nieto que viene en camino…” … esas palabras fueron muy fuertes para mí, y fue que le dije a Dios, “Dios mío, te cambio mi vida por la de ella, deja que viva muchos años para que disfrute de su nieto o nieta, llévame a mi en su lugar…”, pero sabemos que Dios es soberano, y se lleva siempre a la gente buena, para no contaminarla más en este mundo tan cambiado hoy día.
Gracias por poner atención en mi testimonio de Conocer a Dios.
Lamentablemente “Teté” falleció al poco tiempo, conoció a su nieta, pero no la pudo disfrutar, este pequeño episodio en mi vida me hizo reflexionar mucho en varias áreas de mi vida, y ya no volví a desear quitarme la vida… Después en una ocasión, llegando del trabajo, me dijo me comentó mi ex esposa, que había venido una vecina a pedirle un poco de hojas de la mata de chaya, y que platicando nos invitó a unas reuniones que hacían cada semana en su casa, a escasos 20 metros de la nuestra. Al escuchar eso, me animé y acepté la invitación, ahí conocí a una muy hermosa pareja, un matrimonio bien asentado en la palabra de Dios, y me gustaba mucho cómo nos enseñaban de la palabra de Dios, y después se ofrecieron, para que cada domingo, pasar por nosotros e ir a la congregación, donde se daba la Escuela Dominical, Alabanza y Adoración y después la Predicación, aceptamos a ir… pero a pesar de ello, los problemas seguían en casa, teníamos discusiones muy fuertes, donde nos ofendíamos mucho. Yo seguí asistiendo a las reuniones y a la congregación esperando encontrar la solución, la paz y consuelo que necesitaba, pero lamentablemente mi corazón o mi fe no era muy fuerte, y llegó un momento, que volví al mundo volviendo a pecar, no queriendo regresar a casa después del trabajo, y me salí de casa ya no soportando más la situación.
Para mí ha sido una vida de intentos de conocer a Dios, hasta que finalmente me acerqué a la verdad.
Renté una pequeña habitación y ahí estuve viviendo. Nuevamente la Hermana Rosita me invitó a las Reuniones de Casa, y acepté a ir, me compré una bicicleta, con la cual iba a mi trabajo y a las Reuniones de Casa cada semana. Cada noche oraba a Dios pidiendo le respuestas tales como “¿Señor, estoy bien al salirme de casa?, Dime por favor, qué debo hacer, me siento muy solo, ¿debo quedarme así o buscar otra pareja? …” Hasta que una noche de sábado, que regresaba del cine, saqué mi silla y me pue a mirar el cielo estrellado, triste, queriendo volar en ese inmenso espacio y perderme, pero fue cuando escuché una voz que me dijo “¿qué haces aquí?… ¿acaso no te he dado una casa y una esposa con quien estar? …” y en seguida mis ojos se cubrieron de lágrimas y lo que hice fue llamar a mi ex, preguntándole emocionado … “¿Qué te parece si nos damos otra oportunidad?, ¿te parece bien??… el tono de su voz al contestarme me pareció indiferente y si respuesta más… “Si quieres…” , pero aún así esa misma noche tomé mi mochila más grande la cargue con lo más que pude y mi bicicleta de madrugada, me fui a casa… la recepción no fue muy afectuosa, pero recordando las palabras no me importaba, porque sabía que Dios estaba detrás de esto… Después me enteré que tanto esa hermosa pareja, ese bello matrimonio que nos compartía la palabra de Dios en las Reuniones y la Hermana donde se hacían éstas, estuvieron orando por mi y por mi matrimonio, creo yo, esto ayudo a que Dios me “hablara” esa noche. Tal vez fueron tres o cuatro meses, o quisa hasta cinco, cuando la situación volvió a ser la misma, yo deseaba cambiar, pelear por mi matrimonio, incluso en la congregación había ya un nuevo pastor con quien me llevé muy bien, y le platicaba él y a su esposa la pastora (porque también estudió y se recibió en el seminario), quien quisieron ayudarme tratando de hablar con ella, pero les contestaba muy déspota que no necesitaba ayuda, que todo estaba bien, y después discutíamos en casa, reprochándome por qué le tenía que contar nuestros problemas a los pastores, le respondía, que estaba luchando por nuestro matrimonio, pero más se enfurecía…
Toda una vida buscando conocer a Dios…
Las cosas fueron de mal en peor, después tomé nuevamente la decisión de volverme a salir de casa, pero ahora si definitivamente, y me salí. Renté otro pequeño cuarto y me llevé algunas de mis cosas, ya las demás no me dejaron sacarlas. Fue entonces que volví a conocer a otra mujer, ella si conocí más de Dios y tenía ese amor y temor de ÉL, y empezamos a salir, al poco tiempo me uní a ella, sabiendo que estaba mal, pero nos arriesgamos, pero siempre pidiendo a Dios nos ayudara a realizar mi divorcio para estar bien con ÉL y los hombres, sobre todo en la congregación. Aquí voy a hacer un paréntesis, creo yo que cuando las cosas son de Dios, me refiero a sus propósitos y misericordias que nos da que son nuevas cada día, las cosas fluyen como hoja de un árbol sobre una corriente de agua, sin que la detenga hasta desembocar en el mar… así siento yo que los trámites de mi divorcio fueron. Dios abrió puertas, puso gente y facilitó incluso con la tecnología actual, para que ese divorcio se llevara a cabo. No fue nada fácil ante la negatividad de mi ex esposa, quien se oponía en todo momento, llegando a actuar de manera violenta verbalmente contra mi y contra la mujercita que quería ahora fuera mi esposa. Fueron Seis largos años de lucha y hasta el abogado se desapareció y dejó el caso inconcluso, aquí es donde digo una vez más, que la mano Todopoderosa de Dios estuvo presente, pues permitió que un servidor, sin mucho conocimiento de leyes, llegara a concluir el caso, abriendo puertas en los juzgados, poniendo a gente dispuesta a ayudar, gente a la cual no conocíamos, y se dio la resolución. Se emitió el dictamen de divorcio. Fue una alegría inmensa que inmediatamente a los pocos días nos casamos por el civil, y a los pocos meses, hicimos el pacto delante de Dios.
Analizando mi vida y la búsqueda para conocer a Dios…
La vida no ha sido fácil conmigo, y lo atribuyo a algunas cosas que no se me enseñaron de pequeño, donde había amor, pero nunca se demostraba abiertamente, mi abuelita me amó profundamente, mi madre también lo hizo, pero hubo algo en ellas, que no supieron expresar con palabras suaves, con carias y abrazos constantes, fueron muy escasos, eso me hizo un hombre “seco”, “serio”, en donde si quería y quiero a la gente, pero no lo demuestro mucho, solo Dios sabe lo que hay en mi corazón y en mi mente por cada una de las persona a las que amo y deseo lo mejor para sus vidas. Lamentablemente, Dios no me dio hijos propios, de sangre, pero me dio primero un par de hermosos hijos, a los que hice lo más que pude por llevarles y enseñarles por el buen camino, lamentablemente uno de ellos falleció a causa de una enfermedad que le atacó al poco tiempo que yo me separé definitivamente de su madre, y no pude estar en su funeral. Quedo una linda señorita que se hizo madre muy pronto antes de terminar sus estudios y empezó a trabajar, y lo ha hecho tan bien al sacar a sus hijos adelante. Después de caso y tuvo más hijos, lamentablemente el problema del divorcio nos distanció y no me habla. En mi segundo matrimonio, tampoco tuve hijos, pero Dios permitió que la hija de mi esposa, fuera como mía, la amo y me llevo bien con ella, pero también nos ha costado un poco dado nuestro carácter fuerte que tenemos los dos, pero a Dios gracias, hay vamos. ME ha regalado dos hermosos y muy traviesos nietos, a los cuales amo con todo mi corazón, soy estricto con ellos, y los castigo cuando así debe de ser, porque no quiero que se vuelvan rebeldes y groseros como los niños que he visto a mi alrededor, que gritan y hasta golpean a sus padres. Y me refiero a niños pequeños de 3 a 5 o hasta 6 años.
Como todos, puedo voltear a tras para ver en mi vida cuándo debí buscar y conocer a Dios…
Trabajé poco más de 25 años en una empresa a la que le di mi vida, y lamentablemente después de mi operación de reemplazo total de cadera derecha, decidió que ya no era útil y me despidió el primer día que me incorporé a laborar después de mi periodo de incapacidad. Eso me entristeció y a su vez me molestó mucho, pero por algo hace Dios las cosas, tal vez sea para que con mayor tiempo “libre”, pueda por fin estudiar y conocer más a Dios por medio del ministerio que me ha dado. Esto paso apenas el pasado 03 de Diciembre de 2019… Entonces me puse a pensar, que tenía yo el deseo por servir a Dios, incluso al separarme de mi ex esposa, pensaba en irme a Alaska o Canadá, a ayudar o apoyar a levantar iglesias, trabajar con los conocimientos y destrezas que Dios me ha dado por medio del trabajo de mis manos, con los conocimientos básicos de electricidad, plomería, carpintería… aprendo bien cualquier cosa que sea manual, Dios me ha dado esa gracia, también en sistemas, y creía que podría ser útil ayudando a levantar templos donde la gente pueda reunirse para agradecer, alabar y adorar a Dios. Pero no pude, y ahora menos, he sido sometido a una serie de operaciones desde 2017, empecé con una hernia inguinal de lado derecho, al mes con otra operación pues tenía tres hernias en el cuello, traigo una placa como de diez centímetros en mi cuello, que ya no me permite bajar mi cabaza como antes, y para poner esa placa, tuvieron que dislocarme el hombro izquierdo, quedando mal, lo que causa dolor en mi cuello y en uno de mis dedos al estar semi insensible. Después en el año 2019 en Abril, me operaron de urgencias de apendicitis, y ya tenía programada para junio la de la cadera derecha, por desgaste ya muy pronunciado de la cabeza del fémur. Y me faltó otra, de las tres hernias que tengo en la zona lumbar, de L4, L5 y S1… éstas me hacen sentir un inútil, pues no me dejan mover fácilmente de la cintura para abajo, con dolor todo el tiempo, dolor al que ya me acostumbre, pero que en ocasiones si me mata, pero trato de no decirlo para no preocupar o molestar a mi esposa, pero éstas últimas, me no me permiten trabajar en algunas cosas que deseo hacer, y eso me deprime, pero no dejo de tratar de hacerlas.
Esta es mi historia, de cómo caminé con o sin conocer a Dios…
Todo lo que me ha sucedido a lo largo de mi vida, no deseo que otra gente lo padezca, quiero compartirles que llevar una vida de pecado, en donde el alcohol, el adulterio y la fornicación como pecados sexuales, no llevan a nada bueno y solo destruyen los matrimonios, y no hace falta cometerlos carnalmente, pues con tal solo desearlo pensarlo, ya estamos pecando. Quiero compartir a los jóvenes que esperen a que su “costilla” llegue sola, cuando Dios así lo tenga planeado y a las Señoritas a mantenerse así hasta su matrimonio, que se cuiden y esperen al varón de “donde fueron sacadas”…
Empiezo con seriedad y determinación una vida decidida a conocer a Dios…
Fue a principios de este mes de Enero del 2020, que quise reiniciar mi preparación para poder servir mejor en mi congregación, y es por ello que empecé a buscar en Internet un Seminario donde pudiera estudiar gratis, debido a que no cuento con recursos económicos para hacerlo en alguno de paga, y Dios puso en mi camino la página web del ILC, y al leer su objetivo, y la manera en que bendicen a gente como un servidor, preocupados por que la capacitación que dan, es realmente a la gente con una verdadera vocación y llamada a servirle a Dios, preocupados por la gente y comunidad que les rodea.
Ya que conozco a Dios, decido ayudar a otros a conocer a Dios…
Aquí en mi ciudad y colonia donde vivo, hay mucha necesidad de que la gente conozca de Dios, porque a pesar de que la iglesia católica local se llena en sus servicios, la gente sigue insensible a los demás, muy poca gente no tiene el verdadero conocimiento de lo que es el evangelio de Dios, el evangelio que Jesús -Yáshua- nos vino a enseñar, en donde lo material es solo vano y pasajero, lo que realmente importa es el destino final del alma, el cuerpo fallece y vuelve a la tierra, ¿pero y el alma de las personas, a donde las llevan con esta cultura nueva de narcisismo? Necesitamos llevarles la verdad a la gente, mostrarles lo que Dios realmente quiere para sus vidas, no aquí, sino en la Eternidad, nos quiere con ÉL en la eternidad. Por ello deseo estudiar y prepararme, para llevar la verdad a la gente que me rodea, y librarle del lazo del cazador, protegerle del León rugiente que solo anda rondando a ver quien se descuida para devorarle. Y pienso, y creo que con la ayuda y bendición del ILC, podré prepararme de una manera correcta, en donde pueda compartir con la gente y mostrarles el camino de bendición que les lleve a la vida eterna. Gracias. Atte. Genaro Gilberto Z.
Mérida, Yucatán