Buscando mi lugar en el Reino de Dios
Quiero poner todo lo que sé en sus manos, pues todo lo que sé y todo lo que he logrado es gracias a Él y quiero hacerlo para Él
Mi nombre es María y nací en Cuba, crecí con mis abuelos en el campo en una hermosa finca y fui una niña muy feliz. En mi familia nadie es cristiano así que conocí de Cristo cuando crecí y fui a la escuela; a los 16 años una compañera de clase me habló de Cristo y me regaló mi primera Biblia. En esa escuela estaba prohibido las reuniones cristianas, era una escuela en la que permanecíamos de lunes a viernes e íbamos a casa los fines de semana.
Los miércoles era día de recreación y ponían música en la plaza escolar, mientras la mayoría estaba en esa recreación los cristianos nos reuníamos a oscuras, escondidos y alabábamos y orábamos y teníamos un tiempo muy especial con Dios. Al salir de esa escuela fui a estudiar a una escuela de arte a la capital y perdí todo contacto con mi amiga. Me aparté totalmente de Dios, pero Dios no se apartó de mí. Cuidó de mí y me libró de muchos peligros aun cuando estaba viviendo en pecado siento que el me protegió mucho en esa etapa de mi vida.
A los 20 años conocí a mi esposo y decidimos volver al campo con mis abuelos, fue como buscar a la persona que yo era antes de apartarme de Dios. Ahí empecé a trabajar y una compañera de trabajo me habló de Cristo nuevamente, me regaló una Biblia y me invitó a la iglesia. Sus palabros fueron llegando a mi corazón. En ese tiempo quedé embarazada de nuestro primer hijo pero aún no nos habíamos casado. Durante el embarazo recuerdo que oraba y le pedía a Dios que cuidara de mi pequeño y que todo fuera bien con el embarazo.
La noche antes del nacimiento de mi hijo estaba muy asustada y oré a Dios entregándole mi vida nuevamente y le dije: «Ayúdame mañana a tener a mi niño, a que todo salga bien y te prometo que este niño crecerá en tus caminos». Mi niño nació por cesárea y todo fue perfecto, al regresar a nuestra casa después del hospital le pedí a mi esposo que buscara una iglesia cercana a nuestra casa y fuimos a ella con nuestro niño.
«Dios, de su gran variedad de dones espirituales, les ha dado un don a cada uno de ustedes. Úsenlos bien para servirse los unos a los otros» (1 Pedro 4:10).
Desde entonces empezamos nuestro discipulado, nos unimos en matrimonio y fuimos bautizados cuando el niño tenia casi 1 año. Hoy nuestro niño tiene 12 años y tenemos otra niña de 10 años. Dios ha estado en nuestras vidas cuidándonos y guiándonos en todo momento. Hace dos años las cosas no iban bien en Cuba. La situación del país empezó a ser critica así que decidimos que queríamos emigrar. Dios fue bueno y se abrieron las puertas para que eso fuera posible y hoy vivimos en Uruguay.
Llegamos aquí en pleno marzo de 2020, plena pandemia mundial, fue difícil encontrar trabajo pero en todo momento Dios nos trajo provisión y nos guió a conocer hermanos que nos han ayudado mucho en este tiempo. Hoy vivo agradecida por lo que Dios ha hecho en mi vida y quiero ser instrumento en sus manos para bendición de otros. La verdad no sé cual es mi llamado, no sé que quiere Dios que haga en Su Reino, pero siento una necesidad profunda de ponerme en sus manos para que Él utilice las habilidades y talentos que me ha dado para Su Gloria y alcanzar a otros.
Soy comunicadora de profesión, hago un programa de radio aquí en Uruguay y tengo un buen manejo de internet y de diferentes herramientas tecnológicas. Quiero poner todo lo que sé en sus manos, pues todo lo que sé y todo lo que he logrado es gracias a Él y quiero hacerlo para Él. Siento que estoy buscando mi lugar en el Reino de Dios, mi lugar en su obra, de ahí que iniciara una búsqueda para estudiar. En esa búsqueda encontré el Instituto de Líderes Cristianos, espero alcanzar aquí el crecimiento espiritual y la formación y herramientas necesarias para servirle de la mejor manera.
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