Columna de la Iglesia

Dios habló a lo más profundo de mi ser

Mi nombre es Oscar Orlando, nací en Santiago de Cali, Colombia, el 16 de noviembre de 1967. Soy el segundo de 3 hermanos. Cuando contaba con 5 años de vida, mis padres se separaron y entonces mi madre tuvo que asumir el rol de padre y madre a la vez. Mi niñez y juventud las viví en uno de los sectores más populares de Cali, el barrio Alfonso López.

Cuando terminaba la secundaria conocí a quien hoy es mi esposa, Ibis Esperanza, después de 3 años de noviazgo, nos unimos en matrimonio el 17 de agosto de 1991. De nuestra unión nace en agosto de 1995, nuestra única hija Estefanía, quien llega a ser en mi vida el primer gran milagro, que en virtud a la oración y a la búsqueda de Dios se manifiesta en mi vida.

Dos años después, me encontraba en una situación económica y relacional muy difícil, esta crisis me erosionaba emocional y físicamente afectando mi hogar y mi salud. En este tiempo trabajaba como vendedor en una tienda de venta de electrodomésticos. Dada la crisis existencial que yo vivía, encontré que uno de mis compañeros llamado Fabián, quien se desempeñaba como auxiliar en la tienda, tenía algo muy especial; Fabián siempre estaba dispuesto a servir y ayudar a los demás, siempre tenía una sonrisa para todos y su amabilidad, tranquilidad y buenos modales eran evidentes para propios y extraños.

Un día en medio de mis angustias me acerqué a Fabián y le dije: Tu eres una persona muy especial y diferente a todos los que trabajamos aquí ¿Cómo es esto posible? Él con una amable sonrisa y mirándome fijamente me respondió, es que yo soy cristiano. Esta respuesta me sorprendió tanto, que dada mi situación personal y como una petición de ayuda, solo atine a decirle: «Fabián, yo quiero conocer eso de ser cristiano», inmediatamente el me invitó para que, al día siguiente, asistiéramos al servicio de la iglesia donde él se congregaba.

Una vez terminó la prédica en aquel servicio, yo recibí y acepté a Jesucritos como mi Señor y Salvador. Allí comenzó mi búsqueda intencional por tener una relación personal con Jesús. Sin embargo, como tal vez les ocurre a muchos creyentes, creemos que con solo aceptarlo es suficiente para que nuestra vida sea transformada y entonces nos cuesta permanecer fielmente en sus sendas.

En mi caso personal fue un ir y venir, inclusive en ocasiones cambiando de congregación, con la esperanza de encontrar la iglesia ideal que llenara mis expectativas. En este trasegar, aproximadamente hace 20 años, un día invite a una pareja de amigos, para presentarles a Cristo, en una iglesia a la que yo nunca había asistido. Ellos después de la predica recibieron y aceptaron a Jesús en compañía de sus 2 pequeñas hijas.

Cuando salíamos de ese lugar, se me acercó un hombre que yo no conocía, era un hombre alto, sobrio y muy serio. Mirándome fijamente me pidió que lo escuchara y me dijo: «Usted está llamado a ser columna de la iglesia». Yo lo escuché pero en ese momento y en medio de mi sorpresa por la solemnidad de sus palabras, no entendí la dimensión de este mensaje.

He servido donde me congregaba anteriormente: Cerca de tres años como ujier y ahora sirvo como apoyo de un proyecto llamado Experiencia Bíblica en Comunidad en el que trabaja la Iglesia Tierra Nueva, donde me congrego actualmente. También en lo secular serví como voluntario socorrista de la Cruz Roja Colombiana cerca de 10 años, pues la vocación de servicio y de amor a Dios y a mi Prójimo están presentes en mi ADN.

De muchas maneras y en muchas oportunidades, Dios me ha llamado e inquietado a formarme para poner a su servicio los dones y talentos con los que me ha equipado, mas cuando a mi alrededor hay tantas personas; hombres y mujeres con situaciones iguales o peores que las que yo vivía cuando llegué a los pies de Cristo.

«A todos los que salgan vencedores, los haré columnas en el templo de mi Dios, y nunca tendrán que salir de allí. Yo escribiré sobre ellos el nombre de mi Dios, y ellos serán ciudadanos de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo y de mi Dios. Y también escribiré en ellos mi nuevo nombre» (Apocalipsis 3:12 NTV).

En el año 2020, cuando iniciaba la pandemia, estábamos realizando la lectura del Nuevo Testamento y justo cuando leí Apocalipsis 3:11-12, Dios habló a lo más profundo de mi ser y trajo a mi memoria las palabras que más de veinte años atrás había recibido de parte de un desconocido, pero cuyo mensaje hoy tengo más claro que nunca: «Usted está llamado a ser columna de la iglesia».

Gracias a mi perseverancia y ante la imposibilidad de pagar por mi formación para el ministerio; Dios me mostró el sitio web del Instituto de Líderes Cristianos y teniendo en cuenta nuestra afinidad doctrinal, así como principios y valores convergentes en nuestra fe, es que inicio este proceso que estoy seguro el Señor me ayudara a culminar para cumplir su propósito en mi vida.

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@institutodeliderescristianos

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