Conocer a un Dios Real y Cercano

En ocasiones necesitamos vivenciar, experimentar y descubrir

En todas mis siguientes líneas no seré capaz de incluir todas las grandes cosas que Dios ha hecho en mi vida, pero cada una de ellas me han llevado a conocer a un Dios real y cercano. Mi vida ha tenido muchos procesos en distintas áreas y etapas, algunos más insoportables que otros, pero en cada uno me encontré con rasgos que no conocía de Dios más allá de la teoría, de lo escrito en la Biblia, lo cual, en ocasiones necesitamos vivenciar, experimentar y descubrir, lo que muchos leen, pero no todos logran vivir de manera real.

«Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él» (Lucas 8:39 RVR1960).

Cristo entró en mi corazón a los 4 años de edad, nunca tuve la necesidad de volver a pedirle que morara en mí porque es un recuerdo muy fresco en mi memoria. Creo que aún antes de conocerlo Él ya me había apartado, me cuidaba, y tenía planes para mí. Nací de un abuso sexual, sobreviví dos intentos de aborto. Mi madre era muy joven y no tenía conocimiento de algunas formas de aborto. Fue engañada para que yo no naciera, pero ella me amó sin importar el cómo fui concebida.

Desafié los diagnósticos médicos de nacer muerta o con problemas mentales. De pequeña vi muchas cosas fuertes en mi entorno que no podré contar. Fue un gran vacío tener un padre ausente, además crecí con sobreprotección por temas de seguridad, fui raptada cuando pequeña y tuve problemas en el colegio con lo que hoy se conoce como «bullying». Cuento ésto para dar una idea del escenario desfavorable de mi vida.

En contraste, está todo lo hermoso que mi madre me entregó y todo lo que pude ver de Dios en medio de tanto caos, desde mi corta edad. Mi crecimiento continuó experimentando situaciones complejas, pero también con ello muchas vivencias extraordinarias. Hoy puedo mirar atrás cada día vivido y realmente veo hermosas experiencias de aprendizaje. Cuando ves a Dios en todo, entiendes que cada aspecto de tu vida tiene un propósito para formarte y para prepararte para algo mayor.

Puede ser duro, pero siempre serás fortalecido y saldrás en victoria. Lo negativo, finalmente, es una prueba de formación; todo en conjunto a nuestras buenas vivencias se vuelven favorables. Mi adolescencia y mi juventud fueron llenas de aprendizajes; pruebas, etapas duras y también muchos hermosos momentos. Ya pasé los 30 años y tengo un esposo que realmente fue enviado por Dios para mí. Mi vida ha sido rescatada a diario por Dios, porque nunca dejaremos de experimentar cosas en esta tierra, pero mi postura es muy distinta a aquella niña o joven; mi fe es muy firme y mi amor por Dios es inamovible. Disfruto de mi madre y de un padre que Dios me dio con los años; ahí hay otro testimonio, otro de muchos más que no podría resumir aquí.

La mayoría de mis batallas en la vida tocaron mi mente y mis emociones. Pasé por un intento de suicidio y creo que llegar a ese punto es muy delicado, porque una vez que tu vida termina así el plan de Dios para ti se aborta. Es un engaño tan profundo creer que tu vida no tiene propósito y acabar con una vida llena de planes de Dios para ti en este mundo. Tu vida puede impactar a otros cuando dejas que Dios la llene, la sustente, y la use. Ahí es donde conocí en profundidad a mi Padre Dios y las cosas que comencé a vivir con Él se sumaron a las maravillas que conocí desde pequeña, pero de una forma profunda en mí. Conocer a un Dios real y cercano.

Ese día rendí de lleno mi vida a Dios; fue una total convicción y una respuesta inmediata a su amor y fidelidad incondicional. Por el camino que venía no creía que Dios estaría ahí, pero siempre lo estuvo, en cada etapa difícil, cada etapa fluctuante, y en todo lo que viví. Desde que tengo memoria amé la Palabra de Dios, siempre he tenido la convicción de que Dios me habla a través de ella; siempre ha sido así en cada día, en cada momento.

Uniendo esta pasión con mis vivencias todo me encaminó a algunos puntos; dedicar mi vida a servir por completo al Señor y prepararme todo lo que sea posible para todo tipo de personas, necesidades y culturas. Aún, si eso me cuesta mi profesión, mi compromiso con su amor es más grande que todo lo que Él pueda pedirme e ir más allá para Sus Planes y para Su Gloria.

Creo que siempre podemos aprender más. Llevo aprendiendo desde pequeña en las iglesias donde me he congregado, en estudios bíblicos, en casa, y aún siento que hay mucho más que debo aprender. Cada habrá más por conocer de la Presencia de Dios y su mover en nuestras vidas.

Mi servicio y compromiso con el Señor están enfocados en enseñar de Él con hechos, con palabra, con testimonio y con experiencias. M mi fuerte llamado es predicar quien es Él; enseñar de Dios y ser usada para llevar sanidad interior, restauración de vidas, rescate de la depresión, el suicidio, la inseguridad y tantos temas que atacan silenciosamente. He estado siempre sirviendo donde Dios me ha puesto y lo seguiré haciendo, pero ahora con una madurez y enfoque más certero en el área que Él ha puesto en mí. Mi esposo y yo caminamos juntos rendidos a la voluntad de Dios, sujetos a Él.

Evidentemente el Instituto de Líderes Cristianos es la respuesta a mi anhelo de prepararme con más profundidad para servir a Dios; una respuesta que anhelé por años, pero que hoy fue el tiempo exacto para iniciar. ¿Cómo lo encontré? Dios lo puso en mi camino; tenía tres opciones pero la única que se adaptó a todas mis necesidades fue ésta, que gracias a Dios es posible por medio de la tecnología.

Aún estoy asimilando que soy parte de este ILC, es parte vital de mi avance ministerial. A veces es complejo tener el mismo tiempo de estudio, pero siempre se puede cuando anhelas algo y más cuando es de Dios. Él lo ordena todo y equilibra nuestras vidas para poder cumplir con nuestro propósito de vida y a su vez reflejarlo en nuestro diario vivir. Dios es mi profundo sentido de vida, sin Él todo se derrumbaría. Así como yo, como el ILC, así también tu vida tiene un gran propósito. No te rindas contigo mismo, Dios nunca lo hará.

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