Un Doctor en el Ministerio de Dios

Mi Vida a Dios

Dios me ha formado a través de muchas situaciones en mi vida, pero lo que más la ha marcado, seguramente fue la que me llevó a tomar una decisión propia de seguir a Dios y ser un doctor en el ministerio. Fue mi primera experiencia con Él. Yo era un pequeño de 10 años de edad, cuando me enfermé con un dolor abdominal. Mis padres me llevaron al hospital y los médicos me hicieron exámenes en laboratorios y pruebas de imagenología. El diagnóstico final era oclusión intestinal causada por parásitos intestinales.

El pronóstico no era bueno, pero años antes me habían dicho que tenía «parásitos», no sé si crecieron o se multiplicaron y ocasionaron esa oclusión intestinal. Según los médicos me debía operar y mis padres no tenían suficiente dinero para pagarme la operación; yo tuve la obligación de confiar solamente en Dios Todopoderoso.

Era un momento difícil para mí familia; mi mamá estaba triste, pensando que en cualquier momento podría perder a su hijo. Pero ella se quedó firme como una roca en su fe; llegó un día pensativa y me dijo: ¿Por qué no oras tú mismo a Dios? Esa noche empecé orando, me dormí y al día siguiente, después de una lluvia, esa misma idea me pasa en la cabeza ¿Por qué no sigues orando? Yo seguí orando con mucha fe y devoción e hice una promesa a Dios: “Si me sanas yo contaré tu bondad y tu poder a donde vaya”.

Así caí en un sueño liviano donde aún podía escuchar mi entorno; en un minuto, yo veo el cuarto y estaba llenándose de una nube; había una voz hablando que dijo mi nombre entre 3 a 4 veces, sin nada más. En un instante vi una mano; solo una mano con los dedos visibles acercándose hacia mi, no pude hablar ni gritar. Esa mano toca mi abdomen y desperté asustado. Desde ese momento nunca más tuve dolor ni malestar abdominal.

Fue un verano de 1998 cuando decidí seguir a Cristo; servirle únicamente a Él. Las personas de mi iglesia y mi entorno empezaron a observar un gran cambio en mi vida al ver mi talento al enseñar o predicar las palabras de Dios. La iglesia manifestó su apoyo hacia mi y me dieron la responsabilidad de un grupo de jóvenes.

En 2010, yo fui beneficiado por una beca para estudiar medicina en Venezuela. Después de los estudios, muchos de mis compañeros no regresaron al país por falta de oportunidades; se fueron a Chile, Ecuador, Brasil, etc., pero yo regresé a mi país y a mi pueblo. Estoy dando servicio en una clínica que pertenece a la iglesia. Debido a las carencias del pueblo donde vivo, mi trabajo no es muy bien remunerado, pero continúo ahí dando mi ayuda. Mi intención no es solo ser un médico de la salud física, también quiero ser un predicador, un pastor; un doctor en el ministerio de Dios; como Pablo lo ha dicho en la carta a los Efesios:

“Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12 NTV).

Por esta razón estoy muy agradecido con esta beca del Instituo de Líderes Cristianos, pues podré cumplir mi meta en el ministerio de Dios sobre la tierra. Gracias a ILC por esta oportunidad, por el apoyo ofrecido a todos aquellos a través de todo el mundo que tienen esta misma visión conmigo. Que la bendición de Dios sea derramada sobre todo el equipo de ILC.

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