Estudiar en una Escuela de Preparación Bíblica

Mi propósito es ayudar a los indefensos y desvalidos, pues es a lo que Dios nos llamó

¡Estudiar en una Escuela de Preparación Bíblica! Nací en cuna cristiana, soy la segunda de una familia de tres hijos. Mi padre siempre fue muy duro con nosotros, al grado que nos imponía ser perfectos como cristianos y no conocía a Dios desde la faceta de un ser misericordioso y amoroso. Mi padre fue muy frio conmigo.

Cuando tenía 13 años, me enamoré de un joven mucho mayor que yo. Él, siendo adulto, se prestó al juego de una niña. Cuando mi padre se enteró de nuestra relación me reprendió a golpes. Ahí fue donde tomé mi peor decisión; me fugué con este hombre. Viví 9 meses con él, donde lejos de mejorar mi situación, empeoró, pues él era chantajista, me engañaba, pasaba escasez y me amenazaba con quitarme a mi bebé en cuanto naciera.

Tuve miedo y regresé con mis padres. Aunque me recibieron, las cosas no mejoraron, pero me volví más independiente. Comencé a trabajar y como lo único que sabía es que Dios era un Dios que trataba con la gente por sus pecados, nunca regresé a los brazos de Jesús por amor y misericordia.

«Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo» (Efesios 4:32).

Al contrario, me alejé y busqué en el mundo el refugio a todos mis fracasos y tormentos. Pase la adolescencia en depresión y autodestruyéndome por haber fallado y fracasado. Pero Dios fue muy amoroso y misericordioso conmigo; nunca me dejó y aunque estuve muchas veces en peligro de muerte, Dios me cuidó.

A los 22 años conocí a un hombre increíble, con el cual me casé dos años después. ¡Y qué interesante para mí! Él es pastor. Y no solo eso, encontré muchos amigos que me ayudaron a ser restaurada y así fue como conocí al Dios de misericordia, bondadoso y amoroso. Desde que tenía 12 años recibií un llamado. Un apóstol llegó a la iglesia a predicar, él oro por mí y me dijo que Dios me llamaba al pastorado. Creí que eso no era para mí, pero Dios me dio un hombre con él mismo llamado que yo.

Otro ministerio que Dios nos ha dado, y por el cual conocí a mi esposo es el teatro. Me uní al equipo de trabajo de mi esposo como compañía de teatro, donde hacemos obras con valores y las llevamos a las escuelas públicas, además que nos dedicamos a trabajar en comunidades marginadas y apartadas. Y a raíz de ver la necesidad en tantos niños, mujeres, etc., me decidí a estudiar una licenciatura en psicología. Le doy gracias a Dios que me permitió hacerlo y este año me graduó.

Mi propósito es ayudar a los indefensos y desvalidos, pues es a lo que Dios nos llamó. Por otro lado, siempre tuve el deseo de estudiar en una escuela de preparación bíblica pero nunca tuve el apoyo de mis padres. Por eso ahora que encuentro al Instituto de Líderes Cristianos, me emociona mucho pues mi vida siempre estuvo apartada para el servicio a Dios; de eso no me cabe la menor duda.

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