Mi Búsqueda de Dios es Constante
Quiero seguirme preparando aún más en Su Palabra
¡Mi búsqueda de Dios es constante! Mi nombre es Fernando González García. Para mi es un honor poder compartir mi testimonio de salvación con todos ustedes que han encontrado una nueva vida en Cristo, pero también con aquellos que lo están buscando y que aún no llega ese momento anhelado. Dice La Palabra de Dios, «sus tiempos son perfectos» (Salmo 31:15).
Era ya mayor cuando fue mi encuentro con el Señor; recuerdo que tenía ya treinta y un años, y estaba juntado, no casado, con una buena mujer, llevaba ya tres años con ella pero aún no podíamos tener hijos. Lo buscábamos con alegría pero no era posible que ella se embarazara. Y así, a mis treinta y un años, yo me encontraba realizado tanto personal como profesionalmente.
Pero recuerdo que me sentía viejo y vacío, como si algo, que no sabia que, me faltara; lo que hacia que en muchas ocasiones me sintiera triste. Aún teniéndolo todo, ésto ocasionaba que me pusiera a llorar desconsoladamente. Yo le echaba la culpa a mi niñez, ya que nunca conocí a mi padre y mi madre me dejó a cargo de mi abuela junto con un hermano más pequeño.
Y fue ahí donde empecé a tener mis primeras pláticas con Dios, donde le comentaba que lo andaba buscando, y siempre repetía lo mismo: «No te preocupes, Jesús, ya ando en busca de ti». Hasta que un día, estando en el trabajo, recuerdo que me entró una tristeza que me provocaba unas ganas de llorar muy fuerte, me paré del lugar donde estaba sentado y busqué un rincón en la bodega para poder consolarme a mi mismo y poder vaciar esa tristeza tan grande que sentía.
«En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores» (Salmos 31:15 RVR1960).
Recuerdo que así llorando salieron de mi boca estas palabras, «Señor, por favor, encuéntrame tú, encuéntrame tú porque yo no puedo, ven porque yo lo he intentado muchas veces y ya no puedo más, por favor, ven ahora tú y encuéntrame». Y tal pareciera que el Señor escuchó mi clamor. Ese mismo día se acerca un compañero de trabajo a platicar conmigo y resulta que él acudía a una casa de oración, e inmediatamente le pregunté:
—¿Y por qué no me has invitado? —a lo que él me contestó:
—No pensé que te interesaba amigo.
—Por supuesto que me interesa —le respondí.
Ahora entiendo que el Señor estaba utilizando a esa persona como instrumento para que yo pudiera encontrarlo. Ël ya me esperaba con los brazos abiertos en esa casa de oración que pertenece a la comunidad Juan Bautista México. Cuando por primera vez pisé la casa donde iba a ser mi encuentro con el Señor, supe en mi corazón que había llegado al lugar correcto; que Él se encontraba allí y que la espera había terminado.
Desde ese día hasta ahora, han pasado ya nueve hermosos años de muchas y abundantes bendiciones, pero también de muchas pruebas, que entiendo que son parte de mi crecimiento y preparación ministerial. Actualmente ya estoy casado con la misma buena mujer que el Señor puso como mi compañera. La bendición fue tal, que a los tres meses de habernos casado supimos que mi amada esposa estaba embarazada.
Ahora vivo muy feliz, con una familia hermosa de tres integrantes, y una casa formada con roca firme (Salmo 18:31). Actualmente sirvo en la misma comunidad y estoy a cargo de los instrumentos del ministerio de música. Pero mi búsqueda de Dios es constante, mi deseo de conocerlo no para ahí. Mi deseo de servirle en otras misiones que Él tenga para mi es tan fuerte que quiero seguirme preparando aún más en Su Palabra, en actitudes y aptitudes personales, en liderazgo, en humildad y en el carisma que me lleven hacia allá.
Y una vez más el Señor responde a los deseos de mi corazón. Un día husmeando en las redes sociales, me encuentro con información del Instituto de Líderes Cristianos, y veo una gran oportunidad para prepararme en lo que tanto anhelo. Anteriormente ya había checado otras iglesias e institutos y no tenia el dinero suficiente para ingresar, ya que era requisito indispensable pagar una inscripción y una mensualidad, que por cierto era muy alta.
Ahora gracias a la buena obra de Dios, que toma como instrumento al ILC, puedo prepararme para la batalla. Quiero ser uno de los mejores soldados del Señor, uno de los mejores y bien preparados para enfrentar al enemigo en momentos de prueba como lo hizo nuestro Maestro y Señor Jesús. Deseo estar preparado para dar testimonio fiel de lo que el Señor está haciendo en mi vida y lo que puede hacer en los demás.
Agradezco de todo corazón al Instituto de Líderes Cristianos por ser parte de la vida de muchos que buscamos crecer en espíritu y en verdad. Reitero el compromiso que tengo para con ustedes de ser un excelente alumno. Pero sobre todo a contribuir para que su misión llegue a todas partes del mundo. Que cada vez seamos más, los que a través de ustedes seamos dignos representantes de Dios aquí en la tierra. Les saludo con el corazón.
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