Predicar el Plan de Salvación
He sentido mucho necesidad de evangelizar
Uno de mis trabajos para vivir fue vendiendo imágenes religiosas. Yo mismo hacia las imágenes. Usaba yeso y polvo para cemento, ambos para la construcción, lo licuaba de tal manera que se mesclara el yeso con polvo color cantera (rosada), y así vendía las imágenes como si fueran de legitima cantera. Así le incrementaba su valor para generar mayor ganancia.
Vendía las imágenes de casa en casa tocando puertas. Gracias a Dios en las comunidades en donde llegaba a vender las imágenes, siempre tocaba la puerta de más de un hermano cristiano, quienes muy amables escuchaban mi labor de ventas y luego me predicaban el plan de salvación. Les saludaba y ofrecía mis imágenes. «Mire esta virgen tan bonita… es muy milagrosa… mire este santo… si todos los días se encomienda a este santo al levantarse será bendecido…».
Después de escuchar mi labor de ventas, ellos aprovechaban y me hacían ver que las imágenes no eran milagrosas y que no eran más que una simple imagen que tenia ojos y no miraba, boca y no hablaba. En verdad todo lo que me decían lo entendía muy claramente.
«No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la tierra o en el mar. No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses. Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia de los que me rechazan queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación» (Éxodo 20:4-5 NTV).
En repetidas ocasiones a las imágenes se les quebraba la cabeza, las manos y se desfiguraban los ojos y la boca. Para no perder el material, yo se las tenía que pegar con un poco de saliva. Les rascaba en la parte de atrás para hacer mezcla y poder pegarles la cabeza, las manos y en ocasiones reafirmarles los ojos y la boca. Mientras tanto, los hermanos cristianos aprovechaban para predicar el plan de salvación. Yo me sentía un vil mentiroso. Así que deje de hacer imágenes.
Empecé a trabajar en una carpintería. Sentía mucha necesidad de escuchar más de Dios. En una ocasión pasó por el taller otro carpintero y el carpintero con el que trabajaba lo señaló diciendo: «mira ese es un cristiano». A primera vista me pareció muy respetable, me inspiró confianza, lo seguí y al alcanzarlo le pregunté: «¿es usted cristiano?». Al contestarme que sí le pregunté si podía enseñarme; me dijo que a las 6 de la tarde pasaría por mi para ir a su casa. Durante una semana todas las tardes nos reuníamos y estudiábamos el Evangelio de San Juan. Al termino de esa semana me quedó claro cuál era el plan de salvación y acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador.
Aproximadamente dos años atrás murió un amigo al que nunca le hablé del amor de Cristo. Nunca le dije que Jesús murió por nuestros pecados, nunca le hable del plan de salvación de Dios. Me sentí muy mal por no haberle predicado y desde entonces he sentido mucho necesidad de evangelizar. Lamentablemente con la circunstancia del Covid-19 no ha sido posible. Pero mi necesidad de predicar me llevo a realizar videos que comparto en las redes sociales.
Me di cuenta que si quería continuar predicando y evangelizando necesitaba preparame. Por eso busqué en Internet cursos bíblicos gratuitos y por la gracia de Dios encontré el Instituto de Líderes Cristianos. Doy gracias a Dios y al ILC por tan grandiosa oportunidad y espero continuar creciendo en su obra.
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