Sentí el Llamado de Dios
Me dijo que debía prepararme, que el Señor me estaba llamando
Mi nombre es Ixel, tengo 21 años y soy de Chihuahua. Quiero contar de mi vida antes de Cristo. Antes de cuando realmente sentí el llamado de Dios. Vivía con mis papás y mi hermano. Mi papá tenía problemas de alcoholismo y drogas. Era un poco agresivo. Yo vivía con miedos, tristeza, enojos y decepción. A la edad de 12 años decidí ir a vivir con mi abuela para cursar la secundaria. Los fines de semana iba a la casa de mi mamá. Entre semana estaba en la casa de mi abuela.
Ya no me gustaba ir a la casa de mis papás. Cuando iba en camino a su casa me iba orando, para que al llegar, mi papá estuviera dormido o no estuviera en casa. Pero yo no conocía de Cristo y le oraba al universo. Después invitaron a mi abuela a un templo y yo iba a la escuelita de adolescentes. Fue ahí donde me explicaron cómo debía orar y a quién debía orar.
Llegué a la edad de 15 años y todo era un problema para mí. Me sentía sola y triste y eso me llevo a ser un poco rebelde en la época de mi juventud. Iba a la iglesia pero no tenía una relación con Dios. Tenía una pastora que me aconsejaba aún en las cosas más simples. Ella siempre me aconsejaba.
En la escuela, las amistades influyen mucho en la vida de alguien, más aún en una joven que se sentía desorientada, triste y deprimida. Tomé muchas malas decisiones y mis amistades y yo empezábamos a faltar a clases. Sentíamos que esa época no iba a terminar, que todo estaría bien y que nada tendría consecuencias.
Pero todo tiene consecuencias. Empecé a decepcionar a mi familia. Esas amistades se alejaron de mí y sentí que todo se derrumbaba. Fue cuando me corren de la escuela por faltas. Todo parecía tan sencillo y algo insignificante pero una parte de mí se sentía tan triste por hacer tantas cosas que no eran buenas. Pero el Señor trabaja a su manera.
En el tiempo que estaba en mi casa empecé a leer la Biblia, y me empezó a gustar. Tomé la decisión y empecé a aceptar a Dios como mi Padre y a tener una relación con Él. Desde ahí sentí que ya no tenía que hacer lo que yo quería, si no que se haría la voluntad de Dios. Tiempo después me pusieron en proyección de mi templo, fue cuando me di cuenta que tenía que hacer las cosas no para mí, ni para nadie, solo para Dios.
Entré de nuevo a la escuela pero ya con nueva actitud, con un pensamiento un poco diferente. Parece que es algo tan insignificante pero yo en esa edad me sentía sola. Me avergonzaba decir que iba al templo. Después empiezo a experimentar el rechazo por parte de mi padre, se burlaba por ser una hija de Dios, me decía tantas cosas que me ponían un poco mal. Pero a pesar de todo, Dios no me dejó sola, me daba Palabra para yo hablar de las maravillas que Él hace.
—Oh Señor Soberano—respondí—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven! —No digas: “Soy demasiado joven”—me contestó el Señor—, porque debes ir dondequiera que te mande y decir todo lo que te diga. No le tengas miedo a la gente, porque estaré contigo y te protegeré. ¡Yo, el Señor, he hablado! (Jeremías 1:6-8 NTV).
Dios siempre ha estado ahí, ayudando, respaldando y guiando. Sigo en la misma iglesia, sigo en proyección y soy muy feliz con lo que hago. Sentí el llamado de Dios a mi vida para hablar de Su Palabra. Yo actualmente no puedo hablar estando con mucha gente. Soy muy callada. Yo sentía que este llamado no era para mí e incluso cerré mis oídos. Pensé que Dios se estaba equivocando pero tantas veces sentí que Él me llamaba. Tan solo ignoré lo que me había dicho.
Fui a mi templo un domingo y la predicación se trataba acerca de eso; «El Llamado de Dios». Sentí que el Señor me lo decía de nuevo. Pero volví a cerrar mis oídos y lo tomé a la ligera. Un tiempo después, no recuerdo exactamente cuándo, mi pastor habló conmigo. Me dijo que debía prepararme, que el Señor me estaba llamando y que hiciera caso a lo que Él me decía.
Nuevamente la predicación se trataba de lo mismo; de seguir La Voz de Dios. Fue cundo me di cuenta que este es mi llamado. Tardé en darme cuenta que es lo que quería el Señor. Le dije a Dios en oración que si esa era Su Voluntad me ayudara a encontrar los recursos para estudiar y que me ayudara a acomodar las cosas para poder trabajar y estudiar.
Estando en Internet puse en el buscador; Institutos Bíblicos Cristianos, y después de casi 4 meses de búsquedas encontré la página del Instituto de Líderes Cristianos. Una página muy buena y de mucha ayuda que me facilita los horarios.
Hoy estoy comprometida. Mi prometido está conociendo de Dios, él me apoya en todas mis decisiones y estamos caminando juntos de la mano de Él. Estoy muy contenta por la vida que llevo y me siento muy agradecida con Dios por todo lo que ha pasado en mi vida. No cambiaría ni un segundo de las cosas que me han pasado, porque gracias a ello conozco de Dios.
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