En el Ministerio de Consolidación

Hasta ahora aún nos sobrecoge un llamado pastoral

¡Servimos a Dios en el Ministerio de Consolidación! Mi nombre es Lina María, tengo 38 años, nací en Dosquebradas municipio de Risaralda, Colombia. Soy la mayor de tres hermanos y única mujer. Crecí en un hogar dominado por el matriarcado, por lo cual cuando yo tenía 15 años de edad mi papa decidió abandonar nuestro hogar y en ese momento mi madre decide empezar a cambiar el rumbo de su vida sin pensar que esa decisión iba a impactar la vida de sus hijos de una forma tan grande.

Mi madre decide aceptar la invitación de una prima que llevaba varios años de conocer de Dios. Antes de eso yo ya había asistido por que mi prima solía llevarnos de vez en cuando a la iglesia, por eso para mi no era algo tan indiferente. Inclusive mi prima años atrás nos había compartido el plan de salvación e hicimos la oración de fe. Pero nunca habíamos tomado en serio haber recibido al Señor en nuestro corazón. Nuestras vidas no iban volver a ser las mismas porque ya estábamos sellados por el Espíritu Santo y le pertenecíamos a Dios.

Mis padres finalmente se quedaron separados. Hasta la fecha, son muy buenos amigos y tienen una buena relación, pero a raíz de su separación yo me llené de miedos e inseguridades. Decidí en mi corazón que el día en que me casara sería para toda la vida y nunca iba a ser una mujer autoritaria; en mi casa jamás existiría el matriarcado, sabía que eso había sido en 99% el causal de separación de mis padres.

Con el paso del tiempo terminé mis estudios secundarios y me encontré con el que hoy es mi esposo. En ese entonces yo tenía 17 años; era una buena muchacha, buena estudiante, casera, y no le daba preocupaciones a mi madre, aún sin tener un compromiso serio con Dios, pues iba a la iglesia de vez en cuando «vivía una religión».

Con mi esposo, iniciamos una relación de noviazgo y duramos 6 años. Él no conocía de Dios, pero a raíz de nuestra relación, terminó entregando su vida a Cristo. Después de 5 años de casados empezamos a experimentar luchas en nuestro matrimonio. Debo reconocer que ambos vivíamos una religión. Llego el maltrato y las peleas constantes al grado de que mi esposo se fuera detenido. Estuvo ante un juez para que determinaran su futuro, pero el fiscal del caso me hizo una llamada y le dije mis pretensiones. Yo solo exigía respeto de su parte y lo dejaron en libertad.

Mi esposo salió lleno de rencor y ambos pensábamos que ese era el fin de todo. Para ese entonces ya teníamos a nuestro hijo de 3 años. Cuando pensamos que había llegado el fin, ahí fue donde realmente empezó todo de nuevo. Llegó Jesús y restauró, renovó y moldeo todo de nuevo. Como estábamos tan dolidos empezamos a buscar de Dios realmente. En ese momento tuvimos un encuentro personal con Él. Nos bautizamos juntos y Dios empezó a escribir una nueva historia para nuestro matrimonio; lo levantó de las ruinas.

Desde ese momento nos empezamos a comprometer más con Dios y con la iglesia a la que asistíamos. Una vez en una ministración, un pastor invitado que no conocía nuestro testimonio ni nuestra vida nos impuso sus manos y nos dijo; «ustedes son una pareja con un llamado». Eso fue algo que nos dejó asombrados pero que aún no lo entendíamos porque ignorábamos muchas cosas ministeriales; apenas estábamos en nuestro primer amor.

De eso han pasado 7 años y hemos visto la mano de Dios actuando en todo. Mi esposo y yo le servimos a Dios en el ministerio de consolidación. Somos los líderes de ese ministerio y todo ha pasado sin estar buscando absolutamente nada. Por el contrario, tratamos al máximo de rechazar compromisos ministeriales. Hasta ahora aún nos sobrecoge un llamado pastoral.

Tenemos una relación muy estrecha con nuestros pastores y ellos mismos nos dicen que debemos prepararnos por que Dios tiene cosas muy grandes para nosotros, que aún, ni en nuestra mente están. Inclusive, cuando llegamos a la iglesia y los pastores aún no nos conocían, en una ministración fueron hasta nuestros asientos y nos dijeron que éramos una familia sacerdotal y que predicaríamos aún sin abrir nuestra boca.

Y aquí está Dios haciendo todo el trabajo por nosotros. Soy técnica profesional en secretariado ejecutivo y ama de casa. Mi profesión la desarrollo en la iglesia donde hago parte del equipo de contabilidad y también cumplo la función secretarial. No recibo ninguna retribución económica por que las finanzas de la iglesia solo dan para los gastos de funcionamiento, pero no me importa, lo hago con tanto amor que nunca he pensado en buscar un empleo que me quite el tiempo que dedico a Dios por medio de mi profesión.

Aparte de lo administrativo, también junto a mi esposo, como lo mencioné anteriormente, tenemos el privilegio de hacer la parte ministerial en la consolidación de nuevas almas que llegan a la iglesia. Hacemos visitas, llamadas y labor social como entrega de ayudas como mercados, ropa en buen estado, formamos grupos de oración en las casas. Todo este servicio lo hacemos en las noches cuando mi esposo sale de su trabajo. Él es mensajero en una aseguradora de la ciudad.

Nuestras labores las hacemos con nuestro hijo quien también le sirve a Dios en el ministerio de comunicaciones de la iglesia, es maravilloso ver como con tan solo 12 años, él ha adquirido un alto compromiso con Dios. Todos los domingos nuestro hijo está a las 7 am. en la iglesia, acomodando las letras de las canciones que el grupo de alabanza cantara, para él proyectarlas para los hermanos de la congregación.

Por todo lo anterior vi la necesidad de capacitarme para servir con más efectividad, pero no contaba con los recursos económicos para tal fin. Empecé a buscar por Internet hasta que Dios puso en mi buscador al Instituto de Líderes Cristianos. Estoy feliz por gracias a esta plataforma no tengo que descuidar a mi hijo, ni mis actividades diarias para crecer en el conocimiento de la Palabra de Dios y en mi edificación. Todo esto ha sido un desafío en nuestras vidas, pero Dios nos ha dado las estrategias y el equilibrio para poder combinar nuestra vida secular, nuestra vida ministerial y nuestras actividades cotidianas. ¡La Gloria es para Dios!

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@institutodeliderescristianos

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