Tengo un Llamado Pastoral
Él me ha dado la razón de existir, Él me cuidó, me aconsejó y me protegió
Yo sé que tengo un llamado pastoral, pero que horrible es la vida cuando no se sabe a dónde se va, o cuál es el sentido de nuestras vidas. Por años he luchado con multitud de problemas y de asechanzas del enemigo, que han hecho de mi vida una dura batalla. Primeramente, se supone que en mi nacimiento, debería haber muerto, nací con intolerancia a la lactosa, derivado en un exceso de azucares en la leche materna de mi madre, también nací bajo de peso.
Durante 2 años luché diariamente para sobrevivir, con un nacimiento y primeros pasos desarrollados de forma tan difícil. A los 6 años comencé a sufrir ataques de asma y estuve también a punto de morir dos veces. El excesivo consumo de esteroide, me genero obesidad y problemas de peso con los que luché hasta mi edad adulta.
La vida escolar tampoco fue color de rosas, debido al exceso de peso siempre fui el blanco de las burlas de mis compañeros y compañeras de clases, sobre todo por mis crecidas tetillas. Ésto género en mi muchísimos problemas de autoestima con el paso del tiempo; mis años escolares no fueron socialmente gratos, y esto se vio un poco reflejado en mis años de bachillerato. En primer y segundo año pude tener un grupo de amigos algo estable, pero en tercero y cuarto, por mi forma de ser introvertido, siempre era excluido y burlado, y a veces abusado por mis “compañeros”.
A este sufrimiento se sumaba el hecho de propio desprecio y problemas con la autoestima. Me refugié en los videojuegos, el anime y la pornografía como métodos de escapismo. Mis fines de semana estaban siempre sumergidos en la PC sin interactuar con nadie. Y la triste realidad es que éso solo aumento mis problemas de inseguridad y de falta de control, dándole a la pornografía también un gran poder.
Al salir del quinto año, por petición mía, mis padres me inscribieron en una universidad privada para estudiar Ingeniería en Sistemas. Allí, por primera vez me abrí socialmente con otras personas, y conocí a una chica que resultó ser, en aquella ocasión, mi motor para sentirme mejor conmigo mismo, al menos por un corto tiempo.
La que pensé que era el amor de mi vida y que me hacía sentir mejor conmigo mismo, también me causó mucho dolor. Lo triste es que estaba buscando sentido y propósito en un sin sentido total. Me acerqué a personas que no me llevaban a ninguna parte. Una muchacha con muchos problemas, que yo traté de ayudar y salvar, olvidándome de mi mismo; una relación que con el paso del tiempo se volvió toxica, y que fue parte del desenfoque que sufrí.
Amigos que no eran amigos, solo conocidos que compartíamos una afición en común; burlarnos de las personas y criticarlas. Realmente compartíamos muy poco y casi no sabíamos nada el uno del otro. Había perdido de vista quien era, tantos años de ser ignorado se esfumaban para abrir paso a una nueva droga; la atención de los demás. Hacer cosas buenas por otros hasta un límite ridículo, pero al finalizar este ciclo, me encontraba sin «amigos», sin novia y sin estudios. Sin saber qué hacer con mi vida. Todos me habían abandonado. Pensé en cómo existiría Dios, pues no es posible que tanto sufrimiento sea voluntad Divina.
Tal vez no lo mencioné al principio, pero desde niño me cuestioné la existencia de un Dios de amor que quisiera lo mejor para nosotros. Mis luchas internas me hacían aborrecer tal idea. Si Dios existía era un tirano sádico y cruel; porque permitía que yo y tanta gente viniéramos a la vida a sufrir. Y durante años se vio reflejado en mi actitud, durante el tiempo que abandoné los estudios, sufrí muchísimo y me entregue al abandono.
En ese abandono me sumergí de lleno en el anime y en la pornografía. Dedicar a mirar 10 a 15 capítulos de anime para olvidar mis problemas era normal y común. Cuando no había nadie en casa pasaba horas viendo pornografía. Este era el sin sentido de mi vivir. Un calvario desde los 18 hasta los 22 años. Sin nada más que ésto.
Ocasionalmente jugaba futbol o básquet, solo para escapar pero sin querer ser ayudado. Odiar a Dios no era factible, pero creer en Él tampoco. En el 2018, mi papá se fue del país por la situación aquí en Venezuela, esto fue la gota que colmó el vaso. El desánimo se apoderó de mí, mi madre y mi hermana; viendo como nuestro negocio de empanadas (plato típico venezolano) se moría poco a poco. Esa era nuestra entrada de dinero por años, era como si Dios nos estuviera cerrando todos los ángulos y todas las oportunidades.
En el 2019 el negocio tuvo que cerrar y me vi obligado por primera vez a buscar trabajo en la calle. Encontré trabajo con unos hermanos de la iglesia donde se congregaba mi mamá; Betania Libre. Para enero del 2019 me encontraba en una situación apremiante, estaba trabajando con personas que constantemente me hablaban de un tema que yo odiaba; Dios.
Las primeras convivencias no fueran fáciles, pero con el paso del tiempo comenzaba a escuchar La Palabra, poco a poco, crecía el interés de conocer más sobre el desconocido y aun así rechazado Dios. Mientras escuchaba a estas personas hablar diariamente de Dios, sentía que algo en mí se revolvía, era una lucha interna entre mis demonios y la verdad del evangelio experimentado por primera vez. Desde el principio Él me amó y fui consagrado a Él.
Estaba entristecido por todo lo ocurrido en tan poco tiempo; en un desesperado intento de saber quién soy, a dónde iba y porque estaba aquí. El mundo no era fácil para mí. El Espíritu Santo a través de estas personas me convenció de ir a la iglesia por primera vez. Mi asistencia no fue fácil las primeras veces. Me sentía desorientado y extrañado de ver un comportamiento, que a mi parecer era «irracional». Que hacen estas personas cantándole a un ser que no sabemos si realmente existe, me preguntaba.
Pasaba por mi primera lucha con la razón vs. la fe. A través de varias personas en la iglesia y mi mamá, Dios y Su Espíritu poco a poco me llevaron al camino de la fe. Puedo decir que nadie me obligó a creer; yo decidí creer y el Espíritu Santo me convenció de arrepentimiento. Aun así las luchas no han desaparecido por completo, pues diariamente la carne sigue muriendo en pro del Espíritu. Sigo avanzando y a pesar de diferentes traspiés y de aplazar una vez mi bautizo, he alcanzado un punto estable de fe y de enfoque.
«Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí» (Éxodo 33:14-15 RVR1960).
He comenzado a trabajar en muchas cosas por la obra del Padre y entiendo que tengo un llamado pastoral. Sé que a través de esta beca en el Instituto de Líderes Cristianos, voy avanzando en pro de ese llamado y de sus responsabilidades. Quiero alcanzarlo para cumplir las expectativas de Dios en mi vida. Pues Él me ha dado la razón de existir, Él me cuidó, me aconsejó y me protegió. Desde el principio Él me amó y fui consagrado a Él.
Sin Dios nada soy y sin Dios mi vida no tendría sentido. Ahora amo tanto a Dios que si Su Presencia no va conmigo no iré a ningún lugar. Es lo que tengo que decir de quien soy, es la versión más resumida con los puntos más importantes. La razón de mi existir es amar y honrar a Cristo, mi Salvador.
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