Trabajo en una Radio Cristiana Local
Quiero prepararme cada día más
Mi nombre es Paola Rojas, tengo 47 años de edad y trabajo en una radio cristiana local. Soy madre de 3 hijos maravillosos que Dios los ha guardado en el hueco de su mano cada día de sus vidas. Nací en un hogar cristiano, en la ciudad de Chillán, Chile. Mis padres fieles a Dios también trabajaron en la obra. Con ellos aprendí a realizar la Escuela Dominical en las calles; mis padres le llamaban «Campo Blanco».
Íbamos a las poblaciones, a las canchas y ahí realizábamos todos los domingos clases de escuela dominical. Les llevábamos material cristiano a los niños para dibujar, pintar, etc. Les enseñábamos de Cristo, visitamos su hogar si sus padres lo permitían. Muchas veces oramos por ellos, les visitamos y les invitábamos a la iglesia. Muchos asistieron a la iglesia junto a sus hijos. Fue maravilloso. Recuerdo también que me gustaba mucho trabajar en la iglesia, era parte del coro y dirigía a las panderetitas. Me gustaba participar en los estudios bíblicos, aunque por mi corta edad no podía hacerlo oficial, siempre estaba igual como oyente. Siempre he amado aprender de la Palabra de Dios.
Pero cuando cumplí 14 años mis padres se separaron. Cada uno tomó su camino. Pasé con uno y con otro por tiempos. Ahí debí buscar sola el congregarme en iglesias, pero con la ayuda de Dios pude hacerlo. Seguí trabajando en la obra de Dios. Comencé a realizar «Los Campos Blancos» en otros lugares. Era maestra de Escuela Dominical y Líder de Misioneros, pero a los 19 años falleció mi padre en un accidente. Fue terrible, eso me destruyó. Tomé la terrible decisión de alejarme de Dios. Me casé e hice mi vida a mi manera y obviamente a una manera errónea.
Los años pasaron, mi vida comenzó a hundirse, se destruyó mi matrimonio, viví cosas que jamás pensé que viviría. Cosas que destruyeron mi vida, me quitaron la esperanza, las ganas de vivir. Llegó un momento en que ya no vivía, solo existía, había perdido todo. Mis hijos sobrevivían en lo que podían llamar hogar, solo por lo físico del lugar. Estaba tan perdida en mi miseria que ni siquiera podía ser madre o sostener mi propia vida. Solo quería dejar de existir.
Vivía perdida en medio de medicamentos, alcohol y cigarrillos. Ya nada valía la pena para mí. Un día decidí acabar con mi vida. Recuerdo que ese día me encerré en el baño de mi casa y ahí me preparé para lo que yo creía era lo inevitable, dejar de vivir. La única solución posible para mi quien ya no quería luchar más, no tenía fuerzas, no tenía deseos, no tenía esperanza. Nada. Estando ahí, recuerdo que alcé mi cabeza y le hablé a Dios, le pedí que si aún estaba ahí, me ayudara. Si había algo de valor en mí, me diera otra oportunidad, si no, me diera la valentía para acabar con mi vida. En ese momento recibí un llamado de mi madre a asistir a un culto. No sé porque, pero lo acepté.
Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? (Mateo 6:26 NTV).
Y ahí todo paso… Todo el mensaje de la Palabra fue para mi vida, pero sentada al final de ese salón me resistía. Hasta que en un momento el predicador, que era un misionero en visita, me llamó en forma personal hacia el púlpito y me dijo algo increíble. Me dijo: Dios tiene un mensaje para ti hoy, Dios dice que Él escuchó tu petición en aquel baño y que la respuesta es sí… Sí tienes un valor para Dios y es inmenso, también tiene un propósito para tu vida y que te ama inmensamente. Todo este tiempo que pensaste que estabas sola, no fue así. Él Padre siempre estuvo ahí, esperando el momento oportuno para rescatarte.
Mi vida cambió ese día, pude comprender que Dios siempre estuvo ahí, comencé a recordar cada día de mi vida. Cuántas veces pude perder la vida, pero no sucedió. Cuántas veces mis hijos pudieron haber sufrido tantas cosas, pero Dios los protegió porque los tenia en el hueco de su mano. Él estuvo ahí, nunca me dejó, nunca me abandonó. Fui escogida por Él en la eternidad de las eternidades y nunca me abandonó. Aún cuando yo le quise abandonar Él no se rindió. Gloria a mi Padre Celestial por su inmenso amor y gracia redentora.
Hoy Dios me ha devuelto mi hogar, mis hijos y sirvo al Señor en su obra. Trabajo voluntariamente en una radio cristiana local y participo en programas cristianos para mujeres en un canal local. Por todo esto quiero prepararme cada día más en el Instituto de Líderes Cristianos en el Evangelio, en Su Palabra, para poder llevar Su Mensaje con la mayor preparación a las almas que necesitan ser alcanzadas.
También poder llevar la profundidad de esta Palabra bendita a mis hermanos y hermanas en el Señor, que quizás no tienen los medios de recibir estas enseñanzas. Dios ha sido ese Padre Celestial amoroso y lleno de gracia con mi vida y mi familia. Mi anhelo es poder mostrar este Padre a todos aquellos que sienten que están solos, que no tienen esperanza, que sienten que no hay nada para ellos. Poder decirles que todo lo que buscan y anhelan solo lo podrán encontrar en el único y verdadero Dios Todopoderoso, mi Padre Celestial.
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